Esta actividad, que se realiza al por mayor y detalle, es el medio de vida de miles de familias dominicanas de escasos recursos.

Santo Domingo, RD.-La venta de ropa de segunda mano o “paca”, como es conocida, es una actividad comercial generalizada en muchas partes del mundo. Su bajo precio, competitividad y alta demanda entre personas de menor poder adquisitivo han hecho de este un negocio rentable.
En República Dominicana su acogida es notoria y ascendente, aunque irregular. La llegada del covid-19, en marzo de 2020, lejos de golpear sus ventas, las ha dinamizado e impulsado a que más comerciantes, en su mayoría informal, se dediquen a importar y comercializar estas prendas de vestir.

Entre octubre y diciembre de 2021, por concepto de importación de artículos textiles confeccionados; juegos, prendería y trapos, el país registró un aumento de US$4.95 millones, al compararlo igual período de 2020, pasando de US$40.64 millones a US$45.61 millones, conforme a los datos de la Dirección General de Aduanas (DGA).

El debate de la ropa de segunda mano no es nuevo. Desde hace años se discute las condiciones de su importación. En 2012, el entonces titular de la DGA, Rafael Camilo, robusteció las medidas de control del negocio de ropa nueva y usada que venían en tanques y cajas, desde Estados Unidos, para evitar que entre enfermedades y que fuera una vía para actividades ilícitas.

No obstante, el tema ha resurgido con las declaraciones recientes del director general de la DGA, Eduardo Sanz Lovatón, sobre la comercialización de las “pacas de ropa” en el país, pese a estar reguladas desde Aduanas, es una “amenaza” para la industria textil.

Recalcó que se ejecutan esfuerzos para tratar de que la importación de estos artículos se circunscriba a las limitaciones que indica la legislación dominicana, acción que ha provocado reacciones diversas entre los sectores sociales y productivos de República Dominicana.

Entre los argumentos que cuestionan este pronunciamiento resalta el hecho de que los señalamientos se hacen en medio en que la canasta básica familiar nacional asciende los RD$30,000 y cuyos salarios mínimos privados (que oscilan entre RD$11,900 y RD$21,000 mensuales) no alcanzan para que los más pobres compren sus vestimentas en “boutique”.

También, el negocio de las ‘pacas’ es el sustento económico de miles de familias. Solo en la Asociación de Vendedores de Pulgas existen más de 3,000 empleados y 30 dueños e importadores.

El senador de Elías Piña, Yván Lorenzo, expresa que impedir la importación de “pacas” perjudicaría el medio de sustento de quienes viven de este negocio, especialmente de los comerciantes de la frontera binacional.
“Cuanta impotencia ver un gobierno de ricos y para los ricos, que no le importa el destino de los habitantes fronterizos, ahora quieren eliminar los medios de subsistencia de quienes viven la frontera” expuso en su cuenta de Twitter el legislador.
Esta situación se evidencia en comerciantes como Lourdes Mateo, quien, desmotivada por la falta de oportunidad laboral a los recién profesionales, que como ella no cuenta con experiencia en su área, vio en la venta de ropa de “paca” una oportunidad para emprender en el 2004.

En el caso de Diana Guzmán, el covid-19 fue el motor de impulso. “Por motivo a la pandemia, el ocio y la inestabilidad laboral mis hermanas y yo no encontrábamos nada que hacer, hasta que un día llegó una publicidad de ventas de pacas y fue cuestión de dos días para iniciar”, detalla.

Experiencia internacional

Sin embargo, la mayor crítica sobre la comercialización de ropa de paca, más allá de prohibirlas o no, de aplicar algún tipo de exención o gravar impuestos, es su componente médico. En este punto la normativa, a nivel internacional, se divide principalmente a lo largo de consideraciones de salud pública por enfermedades dermatológicas.

Algunos países de América Latina han prohibido la importación de ropas usadas, por su potencial de transmisión de patologías. Entre ellos figuran: Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Paraguay. Así lo indica el informe “La tributación de las compras en línea y de la importación de ropas usadas”, del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), en 2013.

En tanto, otras naciones permiten la importación de esta mercancía, aunque con diferenciadas condiciones, la más generalizada es la certificación de capitalización, legalizado y emitido por la autoridad competente del país exportador; seguido (en algunos países) por el pago de impuestos.

Entre las naciones que permiten las importaciones están: Chile, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y República Dominicana.

En el resto de los países en donde se permite, la legislación parece indicar que estas están sometidas al pago de aranceles de importación, a pesar de que el espíritu de las legislaciones no parece indicar un enfoque fiscalista. Sin embargo, para ambos grupos de países, el contrabando es uno de los principales retos que enfrenta las autoridades.

Respecto, al tema de las enfermedades, Diana Guzmán, vendedora de ropa de segunda mano, resalta que ropas de pacas no están viniendo sucias ni manchadas. “Pero en caso de ser así son lavadas. Además, estas ropas son planchadas a vapor que elimina cualquier tipo de bacterias en ellas”, afirma.

Joanna Cruz, propietaria de “Tu Complemento”.

¿Sí, pero no?

En el caso local, las importaciones deben presentar certificados de desinfección de origen y autorización de despacho emitida por el Ministerio de Salud Pública, según la Ley 146-00 de Reforma Arancelaria.

No obstante, su permisividad es parcial, ya que según la Ley 448-73 de 1973 se prohíbe la importación de ropas usadas “puestos en desuso por clínicas, hospitales y sanatorios, o de procedencia indeterminada”.

La especificación de “procedencia indeterminada” ha generado asidero para que se exija la prohibición total de ropa de segunda mano. Esa posición favorece a los comerciantes y empresas de confecciones locales, ya sea por cuestiones de salud o competencia en el mercado local.

La importación de ropa usada se realiza generalmente en condiciones de precios ventajosa debido a su característica de mercancía de segunda mano. Debido a esto, la industria textil percibe la importación de ropa usada como una amenaza.

El empresario Fernando Capellán, presidente de Codevi y del Grupo M, reconoce que hay productos que contienen las ‘pacas’ que no son posible hacer en República Dominicana, pero, asegura, existen muchos otros que afectan la industria textil local, porque también se producen aquí.

“O sea, que la selección de esos artículos sería lo ideal, porque hay un tema de que compiten en contra de la manufactura local y la cantidad que se podrían generar en los barrios definitivamente afecta al sector. Hay que construir y disminuir las pacas, es decir, construyendo una base de producción”, especificó Capellán.
¿Cómo funciona este negocio?

Las personas que se dedican a la venta de este tipo de vestimenta indican que el precio de las pacas depende de la cantidad y calidad de los artículos que contengan. Lourdes Mateo y Diana Guzmán, comerciantes, detallan que cada paca de buena calidad tiene un costo promedio que va desde RD$23,000 hasta RD$43,000. Pero existen otras de menor costo (RD$7,000, con 250 piezas aproximadamente) que pueden ser compradas.

Mateo puede invertir hasta RD$100,000, mientras que Guzmán RD$57,000, pero no paga local. Agrega que por día puede ganarse de RD$4,000 a RD$5,000, lo que en promedio serían RD$90,000 al mes.
Entre las ventajas de adquirir este tipo de vestimenta está su calidad y bajo costo. Yami Acosta, quien sabe entresacar piezas de ‘pacas’ y fijarse en cada detalle para armar algunos de sus “outfit”, comenta que existen pacas que se consideran de primera calidad.

Estas son las mercancías nuevas y las prendas que vienen con etiquetas originales. Entre las marcas que ha hallado están pantalones y zapatos de la marca Zara, ‘poloché’ Náutica, blusas Stradivarius, Dior, entre otras.
Además, explica que existen otras de menor calidad.

Es decir, usadas, que es la mayoría, aunque existen pacas mixtas “con ropa nueva y usada”. Estas prendas cuestan desde RD$10 y RD$20 a RD$50 y RD$600, según la calidad de la tela y moda de temporada.

Medioambiente

Para Joanna Cruz, propietaria de “Tu Complemento”, la ropa de segunda mano es una alternativa para cuidar el medioambiente. “Darles una segunda oportunidad a las piezas es una forma de aportar su “granito de arena” para reducir la contaminación.

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Por El Dinero