Dos escenarios ocupan en estos momentos la atención de la sociedad política barahonera. El del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, con las lumbres de sus nuevas estructuras a la espera de las directrices de cara a las elecciones de 2024, y el del oficialista Partido Revolucionario Moderno, PRM, que se yergue conquistador y avasallante.  

Es innegable que la ascensión del doctor Edgar Augusto Féliz Méndez a la presidencia provincial del PRM ha marcado un antes y un después en el accionar de esa organización en la provincia y que de una manera u otra está influyendo en las demás entidades políticas, concomitantemente con los disgustos provocados a lo interno de esa organización.

Y es que desde que se inició al frente de la dirección provincial su gestión política se ha focalizado hacia la consecución de nuevos adherentes ex militantes, sean del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, como de la Fuerza del Pueblo, FP, partido éste que le facilitó, de alguna manera, el ascenso al poder al Revolucionario Moderno, pero, que hoy parece transitar su propio camino.

En Barahona no se conoce que el PRM tenga un crecimiento biológico, antes bien lo que se observa es la llegada de nuevos “creyentes perremeístas” que bajo el influjo del fulgor seductor del poder renuncian a la filiación  que por décadas mantuvieron, pero que hoy son encandilados por una quimérica oferta de sobrevivencia económica o de una designación ilegítima e intrusa de candidaturas que pasan a ser hostiles a las aspiraciones de quienes por derechos partidarios se la han ganado.

Es evidente que la actual ola de paracaidistas que se observa en el partido oficialista tendría resultados funestos si no estuviera en el poder, y es por eso que no pasa del nivel de disgusto la presencia advenediza de los recién llegados, pero, una vez que las aguas vuelvan a ser normales, otro escenario podría presentarse en esa organización política.

Pudiera pensarse que la Fuerza del Pueblo también sería afectada por la investida del PRM, pero, si lo fuese, no lo sería con la virulencia con que inviste al PLD pues es éste último el partido a vencer en las próximas contiendas electorales.

Este proceso de compra de apoyo político se ve favorecido por la subyacente participación, a la sombra, de individuos negadores del partido al que dicen pertenecer, pero que, como caballo de Troya, actúan en perjuicio de las organizaciones que los ha prestigiado dándoles posiciones, a veces, sin habérselas ganado y, al final, como Efialtes, el traidor de Leónidas, el espartano, terminan entregándolas a manos enemigas.

Llama a la atención en Barahona el ingrato cerco mediático con el que se quiere encerrar al PLD producido por individuos que ayer, cuando esta organización gobernaba el país, fueron beneficiados generosamente de múltiples maneras, pero que hoy de modo ignominioso reniegan y se guarecen bajo nuevas cobijas a la espera de nuevas mesadas.

A pesar de este acorralamiento mediático, y a pesar del momento que atraviesa producto de la resistencia de una delgada franja para adaptarse a las nuevas condiciones de la sociedad dominicana, de renovarse y de evolucionar como única forma de sobrevivir partidariamente, el PLD en Barahona fortalece sus estructuras y se prepara para reconquistar el poder en 2024.

Y saldrá fortalecido de este momento crítico de transición entre lo viejo y lo nuevo.

Hamlet, el de la tragedia de William Shakespeare, planteó que la cuestión de la existencia se resumía en “ser o no ser”, y tal parece que algunos la cuestión de ahora es “estar y no estar”, sin intuir que a fin de cuentas, todo se resume en renovarse o desaparecer.

Por Ramón Alberto López Ynoa

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