La misteriosa estructura, con una antigüedad récord de unos 25.000 años, ha sido encontrada en un importante sitio arqueológico cerca de la ciudad de Vorónezh.
Desde hace décadas, los arqueólogos han encontrado en el oeste de Rusia y en Ucrania decenas de estructuras hechas de piel y huesos de mamuts que se cree eran viviendas de los antiguos cazadores-recolectores y que fueron abandonadas durante la Edad de Hielo.
Sin embargo, un reciente hallazgo ha marcado un nuevo récord de tamaño en construcciones de este tipo. La estructura alcanza 12,5 metros de diámetro y está formada por los huesos de unos 60 mamuts lanudos. El descubrimiento se produjo en una excavación en un sitio datado del Paleolítico Superior cercano al poblado de Kostenki, una especie de meca arqueológica que se encuentra a la orilla del río Don en la región de Vorónezh, a unos 500 kilómetros al sur de Moscú.
Esta “choza de huesos” fue descubierta en el sitio Kostenki-11 en 2013, luego las excavaciones continuaron durante unos tres años y el análisis de los materiales recolectados tomó varios años más. La datación por radioisótopos demostró que esta se destaca no solo por su tamaño, sino también por su antigüedad, que establece asimismo un récord para tales estructuras. Los expertos calculan que tiene unos 25.000 años, explica un comunicado de la británica Universidad de Exeter publicado en el portal PHYS.
¿Cómo es y para qué servía?
Al igual que otras estructuras similares, la choza está rodeada por varios pozos, cuyo propósito se desconoce, aunque se cree que eran usados como basureros o depósitos de víveres.
Los investigadores identificaron en la construcción 51 mandíbulas inferiores y 64 cráneos de mamut. Otros restos hallados en el sitio incluyen huesos de caballos, osos, lobos, renos, zorros rojos y árticos. También se descubrieron tres grandes fosas llenas de grandes huesos de mamut junto al borde del círculo.
Pese a que la función de este tipo de estructuras no está clara, los científicos sugieren que podían servir como viviendas temporales o lugares para la realización de rituales, ya que los europeos orientales de esa época distante llevaban en su mayoría una vida de cazadores y recolectores y no solían construir edificios de gran envergadura.
“Estos hallazgos arrojan nueva luz sobre el propósito de estos sitios misteriosos. La arqueología nos está mostrando más sobre cómo nuestros antepasados sobrevivieron en este ambiente desesperadamente frío y hostil en el clímax de la última glaciación. La mayoría de lugares en latitudes similares en Europa habían sido abandonado en este momento, pero estos grupos lograron adaptarse para encontrar comida, refugio y agua,” expresó Alexander Pryor, el director del estudio.