Los expertos han vinculado el fenómeno, en el que murieron millones de especies migratorias, con la actividad de los volcanes y de los humanos.

En 2013, millones de aves marinas muertas fueron encontradas en la costa este de Australia. Eran pardelas de Tasmania, especies migratorias que pasan el verano en el norte del Pacífico, antes de dirigirse al sur para su reproducción.

Las necropsias revelaron que casi el 90 % de las aves fallecidas habían comido fragmentos de piedra pómez, rocas de origen volcánico. Las pardelas tenían un promedio de cuatro a cinco piedras en el estómago, algunas muchas más.

La pregunta para los científicos era, ¿los animales habían muerto porque no podían digerir las rocas, o los fragmentos de piedra pómez eran un síntoma de su inanición? Una nueva investigación sobre ese fenómeno sugiere que las aves comen materiales no alimentarios, incluyendo piedras pómez flotantes, porque se mueren de hambre, lo que podría indicar problemas de salud más amplios para el ecosistema marino.

“Descubrimos que en el caso de la muerte de las pardelas en 2013, estas aves estaban hambrientas”, explica Lauren Roman, autora principal del estudio, publicado en la revista Marine Ecology Progress Series.

El origen volcánico

El equipo de investigación utilizó sistemas satelitales para rastrear la migración de las pardelas de 2013 y los superpuso en ubicaciones de las acumulaciones de piedra pómez producida por la erupción del monte submarino Havre cerca de las islas de Kermadec, al norte de Nueva Zelanda, en 2012.

La piedra pómez se crea cuando la lava sobrecalentada es expulsada violentamente de un volcán y golpea el agua fría. La inusual configuración espumosa de roca ocurre debido al rápido enfriamiento y despresurización, formando burbujas en la lava. Las erupciones bajo el agua se enfrían rápidamente y el gran volumen de piedra pómez flotante que se crea, incluso, puede representar un peligro para los buques de carga.

En octubre de 2013, cuando las pardelas regresaban a Australia en su migración anual desde el Pacífico Norte, la piedra pómez flotante de la erupción del Havre se encontraba a lo largo de su trayectoria de vuelo a medida que se acercaban al país oceánico. Esta hipótesis está respaldada por la composición química los fragmentos recuperados en los intestinos de las aves.

Los expertos creen que las pardelas se morían de hambre e instintivamente ingirieron los fragmentos de roca, lo que sugiere problemas más importantes de degradación ambiental.

Se considera que las aves marinas son indicadores de la salud de un ecosistema marino y la mortalidad masiva puede indicar cambios en las redes alimentarias y las condiciones ecológicas. El cambio climático, la contaminación de los océanos y la sobreexplotación de los recursos por parte de los humanos son factores que afectan las zonas de alimentación de los animales, según concluyen los investigadores.

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