Buscar respuestas y plantearse interrogantes es una condición humana. Una obligación que nos impone la biología, una ruta que dejó el creador en nuestros billones de neuronas que nos permite cuestionarlo todo: aún al mismo Dios. 

La filosofía surge de los cuestionamientos humanos frente a la realidad. La ciencia agrega nuevas necesidades de dar explicación a nuevas cuestiones.

Las desgracias, las pérdidas, los desastres naturales colocan a la especie humana frente a dilema de seguir adelante o de darse por vencido. 

Si bien es cierto que la especie humana puede tener algunos miembros con hábitos suicidas, es la única especie que elabora un sentido a su existencia. 

Para qué y por qué vivir. Es la especie que se impone retos, escala a las alturas aunque el creador la derribe confundiendo sus lenguas como en la soñada Torre de Babel. 

Nuestra especie sueña y está dotada del pensamiento racional y científico, es la que maneja y crea las más diversas herramientas para satisfacer el cuerpo y el espíritu. 

Crea música y arte sin fin. También creamos dolor con la guerra y asesinatos sin sentido. Pero creamos vida, muchos sacrifican su existencia por el bien común o por un descubrimiento científico, mejorar la salud, técnicas de ingeniería o crear sistemas sociales más justos.

Busquemos el sentido de la vida. Ayudemos a otros y busquemos una razón para vivir.

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