Un estudio analizó datos de más 4.000 participantes desde su nacimiento y calcularon el nivel de exposición a 14 agentes contaminantes.

Una investigación liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) reveló que la exposición durante el embarazo y los primeros años de vida a ciertos agentes contaminantes, como las partículas finas y óxidos de nitrógeno, pueden ocasionar diferencias en la microestructura de la sustancia blanca del cerebro.

Los científicos analizaron datos de más 4.000 participantes en el estudio, quienes recibieron seguimiento desde su nacimiento, como parte del Estudio Generación R en Rotterdam (Países Bajos), y calcularon el nivel de exposición a 14 contaminantes atmosféricos durante el proceso de gestación y la infancia, considerando el lugar de residencia de las familias.

Además, observaron datos obtenidos de escaneos cerebrales de 1.314 niños y niñas, realizados a los 10 y luego a los 14 años, que mostraron cómo la afección persistía durante la adolescencia, lo que significa que la contaminación posee un impacto a largo plazo en el desarrollo cerebral.

El estudio concluyó que la exposición a los agentes contaminantes se asocia con un nivel más bajo de una escala denominada anisotropía fraccional, que mide cómo se difunden las moléculas de agua dentro del cerebro.

“Aunque el tamaño de los efectos sea pequeño, esto puede tener un impacto significativo a escala poblacional”, afirmó Mónica Guxens, investigadora de ISGlobal

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