Cada mes en la órbita, la densidad ósea se disminuye entre el 1 % y el 2 %, y la recuperación no se alcanza incluso ni un año después del regreso.

La permanencia en el estado de ingravidez amenaza con un debilitamiento considerable de los huesos, según el análisis de un equipo internacional publicado este viernes en la revista Scientific Reports.

Para estudiar los efectos, los investigadores midieron las muñecas y los tobillos de 17 astronautas antes, durante y después de los vuelos espaciales. Descubrieron que sus huesos perdían entre el 1 % y el 2 % de su densidad cada mes en la órbita. De hecho, la velocidad del proceso era equivalente a décadas en la Tierra.

La recuperación ósea también resultó ser lenta. En particular, los científicos descubrieron que las espinillas de los astronautas no se habían recuperado plenamente incluso un año después de su regreso. Entre los que pasaron en la órbita mucho tiempo —en la muestra había personas que estuvieron allí entre cuatro y seis meses— la recuperación fue aún peor.

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En un comentario a AFP, uno de los autores del estudio, Steven Boyd, comparó los daños registrados con la torre Eiffel, de la que se extraen algunas varillas, y advirtió que no se podrá volver al estado previo al vuelo. “Cuando volvemos a la Tierra, espesamos lo que queda, pero en realidad no creamos nuevas varillas”, afirma. No obstante, resaltó que ejercicios deportivos, especialmente el del peso muerto, ayudan a minimizar el daño.

Los resultados tienen importancia no solo para los vuelos orbitales actuales, sino también para posibles misiones más largas. En particular, generan una “gran preocupación” acerca de las planificadas expediciones a Marte, afirmó Boyd.

“¿Seguirá empeorando con el tiempo o no? No lo sabemos. Es posible que lleguemos a un estado estable después de un tiempo, o es posible que sigamos perdiendo hueso”, señaló el investigador, pero agregó que no cree que “sigamos perdiéndolo hasta que no quede nada”.

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