Hasta casi el final de la última edad de hielo, un canguro musculoso y gigante deambulaba por las selvas tropicales de las montañas de Nueva Guinea.
Paleontólogos de la Universidad de Flinders (Australia) han descrito una nueva especie de canguro fósil gigante de las montañas del centro de Papúa Nueva Guinea.
El animal, que los investigadores han llamado ahora ‘Nombe nombe’, tenía un cuerpo rechoncho y musculoso y vivía en una selva tropical montañosa rica en maleza, hasta evolucionar para masticar las hojas duras de árboles y arbustos con su gruesa mandíbula accionada por fuertes músculos.
El fósil fue descrito por primera vez en 1983, cuando el joven investigador (ahora profesor) Tim Flannery lo atribuyó a una nueva especie del género Protemnodon (que vivía por toda Australia), dándole entonces el nombre de ‘Protemnodon nombe’, recuerda Isaac Kerr, uno de los autores de la investigación, en un artículo en The Conversation previo a la publicación del estudio en Transactions of the Royal Society of South Australia el jueves de esta semana.
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Sin embargo, la nueva descripción del canguro sugiere que, en lugar de estar estrechamente relacionado con los canguros australianos, lo más probable es que pertenezca a un género único de canguro más primitivo que se encuentra solo en Papúa Nueva Guinea, concluyeron los científicos de la Flinders después de analizar los escaneos 3D de las mandíbulas, conservadas en el Museo Nacional y Galería de Arte de Papúa Nueva Guinea.
Los restos fueron hallados durante una excavación arqueológica a principios de la década de 1970, cuando se desenterraron dos mandíbulas de un canguro gigante extinto que, según la datación, vivió hace entre 20.000 y 50.000 años. El hallazgo fue realizado en Nombe Rockshelter, un yacimiento arqueológico y paleontológico en la provincia de Chimbu.
Ahora, los nuevos hallazgos de los paleontólogos australianos apuntan que el Nombe pudo haber evolucionado a partir de una especie antigua de canguro que emigró a Nueva Guinea desde Australia a finales del Mioceno, hace entre cinco millones y ocho millones de años.
En ese tiempo, las islas de Nueva Guinea y Australia estaban conectadas por un puente terrestre debido al descenso del nivel del mar, mientras que hoy están separadas por el estrecho de Torres.
Cuando el estrecho de Torres volvió a inundarse, estas poblaciones de animales se desconectaron de sus parientes australianos y evolucionaron por separado para adaptarse a las condiciones tropicales y montañosas de Nueva Guinea.