El planeta más grande del Sistema Solar ejerce una influencia sobre la órbita de la Tierra que se repetiría más allá de nuestro mundo.
Un grupo de astrónomos ha simulado hasta qué punto un planeta tan gigante y pesado como Júpiter podría alterar la órbita de la Tierra para comprender cómo funciona el Sistema Solar y concretar las previsiones sobre qué exoplanetas podrían albergar vida.
Esos investigadores afirman que sus hallazgos van en contra de la hipótesis de la Tierra rara —las condiciones en nuestro planeta serían tan inusuales que resulta muy poco probable que haya vida en otros cuerpos celestes— y han difundido sus resultados en un artículo prepublicado en el sitio web arXiv de la Universidad Cornell (Nueva York, EE.UU.).
En su modelo, Jonathan Horner y su equipo variaron la órbita de Júpiter y mantuvieron constantes las trayectorias iniciales de los otros planetas para demostrar cómo los cambios sutiles en la arquitectura del Sistema Solar redistribuyen la cantidad de luz y radiación que reciben.
“Si la órbita de la Tierra fuera tan variable como la órbita de Mercurio”, nuestro planeta “no sería habitable”, explicó el autor principal de este estudio, integrante de la Universidad del Sur de Queensland (Australia), al sitio web ScienceAlert.
Sistema Solar fácil de desestabilizar
Para detectar exoplanetas que son potencialmente habitables hay que tener en cuenta factores como el rango de distancias a la estrella para contar con agua líquida, el cuerpo rocoso y la presencia de placas tectónicas y un campo magnético bastante fuerte como para proteger su atmósfera, así como la influencia de cuerpos celestes contiguos.
Horner detalló que les resultó “bastante fácil” simular que nuestro Sistema Solar “se volviera inestable”, debido a que en tres cuartos de las simulaciones se deshizo al cabo de unos 10 millones de años cuando los planetas empezaran a colisionar, mientras que en el cuarto restante “la Tierra era bastante normal y habitable”.
Los dispositivos actuales no son suficientemente potentes para discernir los exoplanetas, pero este trabajo ya se puede vincular con modelos climáticos existentes y en desarrollo con vistas a determinar si es factible predecir las variaciones del clima exoplanetario a partir del conocimiento sobre sus órbitas.