El propietario de Oreja Media, Porfirio Piña, aboga por los incentivos fiscales para desarrollar este sector.
Santo Domingo, RD.-La denominada economía naranja es una oportunidad de negocios para República Dominicana. Esto queda afirmado en los US$150 millones de ingresos por concepto de reproducción y visualizaciones en plataforma digitales de la industria musical entre 2018 y 2020.
Para el fundador de Oreja Media Group, casa distribuidora de música, Porfirio Piña, este sector se basa en la economía naranja y aprovecha el arte para la inclusión social y el crecimiento socioeconómico del país. Sin embargo, la industria carece de organización.
“Los artistas mueven mucho dinero, pero tenemos que institucionalizar este sector y tener leyes o acuerdos que nos respalden… Algo similar a la de cine (ley), pero una ley de música”
Porfirio Piña
La música es un negocio. Algunos invierten en la carrera de un naciente artista y otros concretan acuerdos promocionales. Es decir, conciertos, ruedas de prensa y viajes.
El ejecutivo entiende que el Ministerio de Cultura debería tener una participación más activa en el desarrollo de la industria musical, en alianza tripartita con el sector público y privado para empujar el arte y la economía naranja. Pero los artistas locales deben apostar por colocar su contenido audiovisual en las plataformas digitales.
Global
Los oyentes quieren escuchar las canciones que los medios de comunicación les empujen a consumir. “La radio es un negocio de vender comerciales”, indica. Por lo que asegura que las plataformas digitales permiten romper fronteras de los artistas locales.
Y no es para menos, el 66.7% de los US$26.2 billones del valor global de la industria musical lo totalizan los ingresos por streaming. Esto equivale a US$17.5 billones. A este les siguen las ventas físicas con US$4.6 billones, derechos de ejecución por US$2.5 billones, descargas digitales con US$900,000 millones y sincronización con US$600,000 millones.
Afianza que el talento musical de Techy Fatule, Manny Cruz, Pavel Nuñez, Covi Quintana, Miriam Cruz o Zacarías Ferreira, ponen en alto el nombre de Quisqueya.
Según el ejecutivo, República Dominicana está encaminado sus negocios para que los principales actores de la industria del entretenimiento como Sony, Spotify y Youtube se establezcan en suelo dominicano para que los artistas concreten negocios directos.
Diversificación
El streaming es una plataforma digital que permite a los cantautores potencializar su canción y llegar al mercado internacional. Esta decisión significa la diversificación de sus ingresos.
En el 2022, aproximadamente 590 millones de personas en todo el mundo afirmaron tener una “cuenta Premium” a servicios de música en plataformas digitales.
De acuerdo con el Informe Mundial de la Música, este mercado digital presenta un crecimiento durante los últimos cinco años. En el 2016 registró 112 millones de usuarios que pagaron por escuchar música en streaming, en 2017 ascendió a 176 millones de personas y 2018 cerró con 255 millones de clientes. Entre 2019 y 2020 creció un 29.9%, al pasar de 341 millones a 443 millones, para una diferencia de 102 millones.
De acuerdo con Ernst & Young, los ingresos de la música se sitúan en US$2,300 millones y genera 150,000 empleos en América Latina y el Caribe, lo que evidencia su aporte a la economía naranja de las naciones.
Transformación
Para emprender en la música no se necesita una alta cantidad de dinero. Así lo entiende Piña, quien destinó US$500 para crear la canción Everybody Everybody.
La perseverancia es la clave del éxito. Dos años después de lanzar el single, se presentó en Guayaquil, Ecuador, frente a 150,000 personas y “pudo ver” las ganancias de su inversión.
“Nuestra tradición es parte de la cultura dominicana. Es bueno adoptar nuevos ritmos como el dembow, cuyos exponentes están poniendo en alto nuestra bandera en el mercado internacional, pero no podemos dejar que los ritmos tradicionales mueran como el bolero, el merengue, la bachata”, considera.
República Dominicana es una media isla que consume bachata. Este género musical es digerible, fácil de producir y es sinónimo de desamor y quehaceres. “La bachata es la más consumida, pero es menos costosa de producir que el merengue”, aclara el ejecutivo.
Producir un merengue o una bachata oscila entre US$4,000 y US$6,000, una canción urbana entre US$500 a US$3,000, debido a los instrumentos utilizados. En tanto, hacer un arreglo de una canción cuesta en promedio US$3,000, mientras que el pago de los servicios de los músicos puede costar entre US$2,000 y US$3,000.
“Cuando se crea una canción, automáticamente, nace el derecho, no cuando la registras. Basta con la primera publicación donde se demuestra, en el tiempo, que fuiste el primero en publicar y darle acceso a terceros de esa publicación”, resaltó el abogado Francis Caamaño.
Si es costoso producir una canción, ¿A cuánto ascienden los ingresos? De acuerdo con Piña, por 1,000,000 de reproducciones en YouTube o Spotify, el artista recibe ingresos que varían desde US$2,500 hasta US$3,000, por lo que tilda a la industria como lucrativa.
No obstante, indica que la mayoría de los artistas locales “subsidian y realizan la inversión financiera de sus grabaciones”. Ante esto, la vicepresidente de The Orchard, Laura Tesoriero, indica que existen desafíos monetarios.
“Hay muchos desafíos en la parte monetarias, así como en la saturación de contenido. El mayor reto es lograr que pongan atención a todo y darles visibilidad al contenido musical”, sostuvo.
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Para la publicista, Laura Bonilla, expresó que el artista debe tener un equipo que trabaje su proyección. “El talento debe trabajar cada detalle de su imagen, de lo que se ofrece y busca, con estrategias y optimizar mejor la carrera del artista”, consideró.
Este comentario lo afirma Piña, quien entiende que los artistas del género urbano invierten en su carrera musical. En República Dominicana, destaca, Manny Cruz está promocionando su marca personal.
“Muchos de la industria dicen que los urbanos les comieron los dulces, pero creo que los merengueros dejaron de trabajar en su carrera. Antes había un sello discográfico que invertía… ahora tienen que ser ellos mismos”, expresó.
Para el ejecutivo, la música es arte, sin embargo, el negocio de la música representa dinero, la oportunidad de que los artistas promocionen su arte y sean sostenibles en el tiempo.