Necesitamos lentes para leer el dolor emocional de nuestros hijos. Debemos ser conscientes de que nuestras acciones marcan el futuro de niños y adolescentes que esperan protección de los padres.

Circulamos por el agobiante estrés moderno con tiempo para los demás, pero sin tiempo para la pareja y los hijos.

Luego del deterioro de la relación de pareja vienen a granel síntomas y dolores para nuestros hijos. Pero somos tan ciegos, que no vemos que en parte le causamos algunos de esos problemas de conductas.

Las parejas que descuidan su relación, que introducen triángulos o terceras personas; que establecen comunicación hiriente, insultos, y violencia para ellos y para sus hijos crean familias conflictivas. Son ollas de presión que pueden estallar en cualquier momento. 

Se requiere ayuda externa. Se necesita bajar el estrés familiar. Se requiere flexibilidad y cambios para tener una familia funcional con menos estrés, con una comunicación más humana, con reglas más humanas y que se vea el error como una oportunidad para crecer.

Las familias con voluntad de cambio y que están dispuestas a pagar el precio que esto implica, salen airosas de la Terapia y crean familias no perfectas, pero que funcionan bien. Crean familias nutritivas que permiten que sus miembros crezcan; que sean felices, con una comunicación congruente y con futuros hijos independientes, responsables y felices.

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