Desde que inició el año escolar el pasado 2 de noviembre, he venido observado detalles y pormenores del contenido educativo que se está impartiendo a través de la radio y la televisión para todos los estudiantes de la República Dominicana, como parte de la estrategia de Educación a Distancia a la que se ha tenido que acudir debido a la pandemia del COVID-19, que afecta al país y al resto del mundo. 

La primera semana fue tomada para la debida orientación de los actores en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Lo mismo que se ha hecho desde siempre en las aulas de clases. Al inicio de cada ciclo educativo, se toman unos días para orientar y acoplarse, hasta que los estudiantes y maestros se adapten nueva vez a estar juntos los unos con los otros.

Como educadora me atrevo a asegurar que los métodos empleados a través del Ministerio de Educación, están enfocados para que el aprendizaje de los alumnos sea de utilidad, no solo para llenar las expectativas de un sistema, sino también, para crear seres humanos con actitud crítica y reflexiva.

Si bien es cierto que las dificultades tecnológicas representan limitaciones para algunos espacios de la sociedad, también es verdad que hasta en los mejores centros de estudios presenciales, cuando no hay voluntad, ningún estudiante aprende. 

He podido evidenciar que el contenido impartido de manera cuidadosa en los medios de comunicación tradicionales de nuestro país, están yendo más allá de llenar los requisitos de un currículo educativo, observo que la educación dominicana se está llevando a cabo desde lo teórico a lo práctico, desde los abstracto a lo concreto.

Eso que veo y escucho en la sala de mi casa, mientras mi hija aprende desde los platos típicos de cada provincia, hasta cómo debe recibir una vista en casa, ¡me llena de orgullo!

¡En hora buena!, Roberto Furcal, ministro de educación, considero que le ha tocado un gran desafío, nadie tiene la culpa de que estemos en pandemia, pero juntos debemos velar por la salud de nuestros hijos y para que la educación llegue a cada rincón del país de manera igualitaria, porque enfermo ningún estudiante aprende y muerto nadie se gradúa. 

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