Dr. Octavio Féliz Vidal, Terapeuta Familiar y Sexual

Vivimos en vasto universo que se expande cada día. Los humanos, ya no están tan seguros de que vivimos solos en esta inmensidad, descubren a través de la tecnología que otros planetas, en otros sistemas solares, pueden albergar vida y agua.

Apenas hemos puesto los pies en la Luna. Ese universo inexplorado guarda infinidad de secretos y nuevas leyes físicas por descubrir. Desconocemos algunos hechos y situaciones complejas que permiten la vida y que nos mantienen, gracias a la gravedad en un lugar seguro. Una atmósfera que nos permite vivir y muchas condiciones para que florezca la vida.

Frente a esta realidad podemos asumir a un Dios creador, o como otros, a un proceso evolutivo como origen de lo que existe. Sin embargo, una realidad se le impone a quienes viven en este planeta. Muchas cosas no las podemos controlar. Los fenómenos de la naturaleza como ciclones, terremotos o la caída de un meteorito. 

Otras se nos imponen como fuerzas avasalladoras en la sociedad como las crisis económicas nacionales, guerras; o en la vida personal como la enfermedad, la muerte, las decepciones y las rupturas amorosas.

Una de las bases de la filosofía estoica es que hay cosas que no podemos controlar y otras que si podemos. Frente a la entropía del universo, ese desorden creador, se nos ha dado un mundo interno para administrar. Si lo hacemos bien podemos ser felices al aceptar lo que no podemos cambiar.

Podemos controlar lo que pensamos y recordar como dice Epicteto que no son los hechos los que atormentan a los hombres, sino lo que interpretamos. La interpretación nos hará sufrir o nos dará aceptación y felicidad. Eso lo podemos controlar. 

No podemos controlar las opiniones de los demás acerca de nosotros, pero podemos tener opiniones diferentes de nosotros mismos. Podemos aprender a aceptar realidades que no podemos cambiar como la enfermedad  incurable y la muerte.  

Así es posible aprovechar el espacio de vida que se nos ha dado para tener un mundo mejor. Para aportar a nuestros semejantes. Para ayudar y no dañar. Vivir sabiendo que la vida es un regalo para disfrutar y que podemos inspirar a otros para ser mejores y para diseñar modos de ser útiles y lograr la felicidad individual y familiar. 

Dar gracias por los regalos recibidos como oxígeno, sol, y un hogar en un hermoso planeta “Le doy gracias al creador, otros lo harán en su sistema de creencia”. La gratitud nos permite ver la vida con menos quejas y con fe en el porvenir.

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