En los últimos 20 años los gobiernos han recurrido a ese tipo de acreedor para obtener desembolsos más rápidos y con menos requisitos, aunque más costosos

Santo Domingo, RD.- El aumento del endeudamiento público, tanto externo como interno, ha generado preocupación en muchos actores económicos, no solo por su crecimiento constante, sino, además, por el perfil que va adoptando ese compromiso con base en el tipo de acreedor.

Desde inicios de este siglo, el Gobierno decidió incurrir en el mercado internacional de capitales con la emisión de bonos soberanos que, en principio, serían exclusivos para la construcción de obras de infraestructura con tasa de retorno.

Sin embargo, con el paso de los años y tras varios períodos de crisis económica interna (2003) y externa (2008), el Gobierno dominicano decidió acelerar su política de endeudamiento, ya no tanto con organismos multilaterales y bilaterales, sino con bonos soberanos que a junio de este año representan el 74.8% de la deuda externa del sector público no financiero (SPNF) y prácticamente el 100% de la deuda interna.

Desde 2001 al 2005 la deuda externa en bonos soberanos pasó de cero a un 19.7%, mientras que para mediados de 2021, 15 años después, casi se cuadruplicó en términos relativos hasta un 74.8%, según las estadísticas de la Dirección General de Crédito Público del Ministerio de Hacienda.

¿Por qué esa tendencia?

El endeudamiento en bonos soberanos se torna más fácil para los gobiernos debido a que presenta varias ventajas como el hecho de que se trata de colocación de deuda para pagar solo la tasa de interés en el plazo del préstamo y el capital se salda a vencimiento.

Otra ventaja es que el desembolso de los fondos se realiza de inmediato, sin requisitos ni comprobación del destino que le dará el Gobierno a esos recursos. Los acreedores solo se interesan en que el Estado emisor tenga capacidad de pago y no se atrase con las cuotas.

En cambio, la deuda bilateral con países amigos y de organismos multilaterales, tiende a ser más lenta, porque requiere primero el diseño de los programas e identificación de áreas donde serían invertidos los recursos. Luego, se requiere que el acreedor apruebe los financiamientos y más adelante, cuando el Congreso Nacional del Estado solicitante le da también su aprobación, el desembolso es condicionado a la medida en que se cumple el programa o proyecto hacia donde sería invertido.

Por esa razón, un préstamo con un organismo multilateral como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) puede tardar años para su aprobación y desembolso, mientras que los bonos soberanos son desembolsados de inmediato y sin requisitos.

Pero no todo es ventaja. Los bonos soberanos tienden a cobrar tasas de interés más elevadas que la deuda bilateral o multilateral, además de que no es posible solicitar dispensa en caso de imposibilidad de saldo a tiempo.

La deuda externa en bonos tiende a convertirse en deuda «eterna», debido a que cuando vence el plazo de emisión y se requiere saldar capital, el país emite bonos por el monto a saldar y continúa pagando la tasa de interés de manera permanente, a menos que cuente con el capital para el saldo total.

¿Para inversión o déficit?

Lo ideal es que la deuda en bonos soberanos sea asumida para proyectos de inversión en obras que tengan tasa de retorno, como calles, autopistas, puentes, hospitales, escuelas, acueductos, presas, plantas de tratamiento, viviendas, entre otras infraestructuras.

Sin embargo, con los años, el Gobierno ha venido asumiendo deudas en bonos soberanos externos e internos para cubrir “déficits presupuestarios”, que implican faltantes para gastos no solo de capital, sino también corrientes, que no son productivos.

Además, aprovechando la coyuntura de que en los últimos períodos presidenciales, el partido que ocupa el Poder Ejecutivo también obtiene mayoría de legisladores en el Senado y la Cámara de Diputados, logra con facilidad que el Poder Legislativo le apruebe los financiamientos para cubrir déficit sin exigir el destino específico que tendrán los recursos provenientes de deuda pública.

Es así que cada vez vez es mayor el monto de la deuda del SPNF en bonos soberanos que alcanza RD$24,635.3 millones al cierre de junio de este año, mientras que en bonos internos suba US$14,457.8 millones para un 82.4% del total; mientras que la deuda bilateral con países amigos y multilaeral con organismos internacionales representa apenas, un 17.6%. En 2005 era un 69%.

Variación en el perfil de la deuda

El ministro de Hacienda, Jochi Vicente, informó que el Gobierno quiere modificar el perfil de la deuda pública para detener la tendencia que llevan los bonos soberanos y retomar los créditos con organismos multilaterales, que resultan con condiciones de pago más blandas y motivan su inversión en proyectos específicos.

Sin embargo, es difícil mientras el déficit fiscal se mantiene sobre el 4% del producto interno bruno (PIB) y se hacen necesarios recursos para cubrirlos dentro del año calendario de cada presupuesto. Los bonos soberanos permiten obtener desembolsos rápidos, aunque a un mayor costo, pero representan un alivio coyuntural para cubrir déficit fiscal mientras no se apliquen medidas tendentes a mejorar la calidad del gasto público y a incrementar la capacidad de recaudación del Estado.

Este año, el déficit fiscal (diferencia entre ingresos y gastos) se estimó en un 3% del PIB, pero la necesidad de más recursos para cubrir gastos no presupuestados obligó al Gobierno a someter un presupuesto complementario al Congreso Nacional que incrementa el déficit fiscal a un 4.2% del PIB, lo cual implica más dinero financiado, no con organismos multinalerales, sino con bonos soberanos.

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Por El Dinero