AP
Filadelfia. -Los derrumbes en las postrimerías de los partidos importantes han dejado cicatrices en San Francisco.
Tan sólo hay que recordar el Super Bowl ante Kansas City tras la temporada de 2019. Los 49ers se convirtieron apenas en el tercer equipo en la historia del gran partido en desperdiciar una delantera de 10 puntos en la segunda mitad y cayeron ante los Chiefs.
Y en la final más reciente de la Conferencia Nacional, San Francisco ganaba por 17-7 pero terminó cayendo, debido a una intercepción soltada, una serie de decisiones conservadoras en cuarta oportunidad y un pase regalado a los rivales en la última serie.
Los ganadores fueron los Rams de Los Ángeles. San Francisco dilapidó otra oportunidad de campeonato, de una forma difícil de olvidar.
“Si nos remontamos al año pasado, nos quedamos a un par de jugadas de volver al Super Bowl”, dijo el receptor Deebo Samuel. “¿Qué nos llevará realmente ahí? Tenemos que reducir los errores al mínimo, y todos tienen que cumplir con sus tareas”.
Casi a la perfección.
Ésa es una tarea complicada para cualquier equipo, mucho más para uno que se dirige a Filadelfia, donde le esperan el frío, un candidato finalista a Jugador Más Valioso y el equipo que lideró la Conferencia Nacional. Habrá mucho ruido en el enloquecido Lincoln Financial Field.
Los 49ers se dicen listos. Han ganado 12 compromisos en fila, incluidos siete desde que el novato Brock Purdy, seleccionado en la séptima ronda del draft, asumió como quarterback, ante la lesión de Jimmy Garoppolo.
San Francisco, segundo preclasificado, ha estado a punto de conseguir un sexto título de Super Bowl por años. Su aparición en la final de la Nacional prevista para este domingo será su tercera en cuatro campañas.
Filadelfia no era favorito para llegar a estas alturas antes de la campaña. Pero una serie de transacciones valientes —notablemente las adquisiciones del receptor A.J. Brown, el linebacker Haason Reddick, el cornerback James Bradberry y el safety C.J. Gardner-Johnson— han convertido a los Eagles en un equipo para el que la coronación parece ahora el único resultado aceptable.
¿Alguien quiere perfección? Los Eagles están cerca, en los partidos del quarterback Jalen Hurts como titular, con una foja de 14-1 en la campaña regular y una victoria la semana pasada en los playoffs ante los Giants de Nueva York.
Hurts, elegido al Pro Bowl, juega pese a las secuelas de un esguince en el hombro derecho, que le costó dos partidos. Está por enfrentar su mayor prueba de la campaña, ante la defensiva de los 49ers, la primera del ranking.
“Está en su ADN trabajar aquí todo el tiempo”, dijo el entrenador de los Eagles, Nick Sirianni. “Ya sea en el cuarto de pesas, en la sala de entrenamiento o en la de video, este tipo está obsesionado con mejorar”.
Algunos dudaban que Hurts fuera el quarterback-franquicia antes del campamento de pretemporada. Disipó cualquier preocupación después de la primera semana con una victoria sobre Detroit y siguió acumulando grandes cifras y victorias, al punto que fue finalista para el premio al Jugador Más Valioso.
Y ahora, el obstáculo principal para que Hurts llegue al Super Bowl —el segundo de los Eagles en seis campañas— es el jugador seleccionado en el último turno del draft.
Purdy ha tenido un despegue meteórico, desde el mote de “Sr. Irrelevante” hasta su condición de novato invicto que disputará la final de conferencia. Pero quizás es más que su juego lo que ha ayudado a los 49ers.
El joven no vivió el colapso en el Super Bowl, ni la debacle ante los Rams. Purdy sólo sabe ganar.
“Tiene una capacidad natural para jugar en esta posición, y es divertido dirigirlo porque, cuando comete errores, puede verlos, sabe por qué y lo entiende”, dijo el entrenador de los 49ers, Kyle Shanahan.
El mariscal de campo es una de las razones por las cuales los apostadores desfavorecen a los 49ers por sólo dos puntos y medio, de acuerdo con FanDuel Sportsbook.