En la primavera de 1992, el dominicano Ramón Martínez venía de una temporada 17 victorias y, en 1990, había ganado 20 juegos y encabezado las Grandes Ligas cubriendo la ruta en 12 ocasiones. Sin embargo, el derecho de los Dodgers no era el lanzador del que más se estaba hablando en los campos de entrenamiento del equipo. Ni siquiera era el lanzador más prometedor de su familia.
Ese estatus estaba reservado para el hermano menor de Ramón, Pedro Martínez, cuyo arsenal de pitcheos era impresionante.
Pedro se convirtió con el tiempo en más que un as. Fue el más prominente lanzador de su generación, ganando en tres ocasiones el Premio Cy Young entre 1997 y el 2000 y terminando cuarto o mejor en la boleta otras cuatro veces entre 1998 y el 2004.
En homenaje a Martínez, les dejamos 10 momentos que separaron a Martínez del resto de los lanzadores:
1. Siete años inolvidables
1997-2003
Durante este trecho de su carrera, Martínez lanzó mejor que básicamente cualquier otro serpentinero en la historia del juego. Tuvo récord de 118-36 con 2.20 de efectividad en 201 juegos (199 aperturas). Además de ganar los ya mencionados Premios Cy Young, encabezó las Grandes Ligas en efectividad cinco veces y la Liga Americana en ponches en tres ocasiones. Ganó la triple corona del pitcheo en 1999 al encabezar a las Grandes Ligas en victorias (23) y efectividad (2.07) y terminar primero en la Americana con 313 ponches.
2. Por favor, ven a Boston
18 de noviembre de 1997
Sin estar seguros de que un lanzador de su estatura pudiese tener éxito, los Dodgers enviaron a Pedro a Montreal por el segunda base Delino DeShields el 19 de noviembre de 1993. Con Martínez listo para ser agente libre tras la temporada de 1998, los Expos no tenían más opción que cambiarlo, lo que terminaron haciendo al enviarlo a los Medias Rojas por Carl Pavano y el venezolano Tony Armas Jr., ambos lanzadores derechos.
3. Dominio desde el bullpen
11 de octubre de 1999
Martínez parecía capaz de hacer cualquier cosa durante la campaña de 1999 y reforzó esa idea lanzando seis entradas sin hit ni carrera contra los indios en la victoria de los Medias Rojas en el decisivo Juego 5 de la Serie Divisional de la Liga Americana. Martínez, aquejado de fuertes dolores en el hombro, entró con el juego empatado a 8 y procedió a silenciar a unos indios que venían de anotar 1,009 carreras en la temporada regular, la mayor cantidad en la Gran Carpa desde 1950.
4. La controversia del JMV
1999
Martínez ganó el Premio Cy Young del Joven Circuito, pero ése no fue el problema. Su récord de 23-4, entre otras estadísticas, lo convirtieron en un legítimo aspirante al Jugador Más Valioso de la liga. Pero dos miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol de Norteamérica (BBWAA) que votaron dejaron a Martínez completamente fuera de sus 10 selecciones. Eso pudo haber marcado la diferencia. Aunque Martínez recibió más votos al primer lugar (ocho) que cualquier otro jugador, el puertorriqueño Iván Rodríguez de los Rangers lo superó 252 a 239 en la votación general.
5. Más controversia
2002
Para ese momento, el mundo del béisbol todavía no estaba completamente a bordo con las métricas modernas. De haber sido ése el caso, Martínez quizás tendría otro Cy Young en su casa. El de Manoguayabo lideró a las Mayores con EFE+ de 202 y FIP (pitcheo independiente del pitcheo) de 2.24, además de otras categorías más básicas como EFE (2.26), WHIP (0.923) y hits permitidos por cada nueve innings (6.5). Además, lideró la Americana con 239 ponches. Pero los votantes favorecieron a Barry Zito, quien tuvo marca de 23-5, por 20-4 de Martínez. Zito se llevó 17 votos al primer lugar, por 11 de Martínez.
6. Inolvidable Juego de Estrellas
13 de julio de 1999
Los Medias Rojas no sólo fueron sede del Juego de Estrellas de 1999. Lo dominaron por completo. Primero, la leyenda de la franquicia, Ted Williams, se robó el show al aparecer en el Fenway Park durante la ceremonia previa al partido. Martínez luego se adueñó del momento ponchando a cinco de los seis bateadores que enfrentó como abridor de la Liga Americana. Fue nombrado JMV del Clásico de Media Temporada, tras la victoria de los suyos por 4-1.
7. Último show
2003
Ésta fue la última gran temporada de Pedro. Tuvo récord de 14-4 y encabezó MLB en porcentaje de ganados y perdidos (.778), efectividad (2.22), EFE+ (211) y FIP (2.21). Lanzó otras seis campañas tras este año, incluyendo la del 2004, cuando ayudó a los Medias Rojas a ganar su primera Serie Mundial desde 1918.
8. Una historia de ponches
1997-2000
Martínez ponchó a 313 bateadores en 1999, repitiendo la gesta que había logrado en 1997, cuando guillotinó a 305 rivales con Montreal. Se convirtió en el noveno lanzador de la Era Moderna (desde 1900) en ponchar a 300 en más de una ocasión, uniéndose a Nolan Ryan (seis), Randy Johnson (tres para 1999 y seis en total), Sandy Koufax (tres), Rube Waddell, Walter Johnson, Sam McDowell, J. R. Richard, Steve Carlton y Curt Schilling (dos para 1999 y tres en total).
9. Rozando la gloria
1994, ’95, ’99,
2000
Contra los Rojos el 13 de abril de 1994, Martínez estaba lanzando un juego perfecto con un out en el octavo cuando golpeó a Reggie Sanders con un lanzamiento. Enfurecido, Sanders corrió hacia el montículo y se desató una pelea. Martínez dejó el encuentro cuando Brian Dorsett abrió el noveno con sencillo al jardín central. Ante San Diego, el 3 de junio de 1995, Pedro retiró a los primeros 27 que enfrentó, antes de que Bip Roberts le diera un doble para iniciar el décimo inning. El 10 de septiembre de 1999 contra los Yankees, Martínez golpeó al primer bateador del juego, Chuck Knoblauch, y recibió un jonrón de Chili Davis en el segundo inning antes de retirar a los últimos 22 bateadores que enfrentó El quisqueyano también llevó un juego sin hit ni carreras hasta el noveno inning contra Tampa Bay el 29 de agosto del 2000, pero John Flaherty le rompió la joya con un sencillo abriendo ese episodio.
10. A Cooperstown sin escalas
2015
Sin mayor sorpresa, Martínez entró al Salón de la Fama en su primera oportunidad al recibir 500 de 549 votos, para un 91.1%. Pedro habló en inglés y español durante el discurso que ofreció el día de la exaltación, saltando de uno a otro entre su idioma natal y la segunda lengua que había dominado ya hace mucho tiempo.