Cuando un niño o adolescente comete una falta o error, es común que los padres y tutores presenten cierto descontrol emocional, acudan a los insultos y a veces a los golpes. Una de las habilidades parentales que como padres y madres debemos cultivar es el control emocional. Sin importar la falta cometida debemos mantener la calma, controlar la ira y no ver el error como algo que merece siempre un castigo. Muchos nos enfocamos más en el castigo que en las soluciones.
Para cumplir con lo señalado anteriormente debemos reaprender, controlar las emociones, tomarse tiempo fuera si es necesario y cuando se calme la situación, puede ser hasta el día siguiente, reflexionar y razonar con el niño o adolescente acerca de lo ocurrido y llegar al aprendizaje, para evitar que se repitan esas situaciones en el futuro.
La Disciplina Positiva recomienda la aplicación de consecuencias naturales y lógicas ante el mal comportamiento.
Cuando cambiamos la interpretación y la perspectiva, podemos ver las faltas como oportunidades para el aprendizaje de nuestros hijos, enseñarles a ser responsables y que los errores tienen consecuencias. A la vez, pensar más en soluciones que en castigos y dentro de las soluciones debemos hacer cambios en la familia como una mejor supervisión, reforzar la jerarquía y mejorar las pautas disfuncionales de comunicación.