La aprobación en la Corte Constitucional es consecuencia de la lucha de esta mujer de 42 años que padece esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad terminal.
“He pasado más de un año armando la cápsula del tiempo para Oliver. Regalos para sus cumpleaños, una caja con recuerdos míos, una caja con sus primeras memorias, cajas para los momentos importantes en su vida: cuando se enamore por primera vez, cuando le rompan el corazón, cuando saque su licencia de manejar, cuando salga del colegio y vaya a la universidad”.
Así empieza el emotivo mensaje que Paola Roldán le dedicó a su hijo de cuatro años al que no verá crecer. La ecuatoriana, de 42 años, luchó hasta conseguir que la Corte Constitucional despenalizara el miércoles la eutanasia.
En 2020, esta quiteña recibió la peor noticia de su vida, poco después de sentir unos síntomas extraños: le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa, terminal, que afecta a los músculos del cuerpo y limita el movimiento de las extremidades.
Desde entonces, esta dolencia sin cura fue progresando sin piedad hasta dejarla postrada en una cama de hospital adaptada en su casa. Necesita oxígeno, alimentación intravenosa y asistencia especializada las 24 horas del día.
“Es doloroso, solitario y cruel”
Pero ella resolvió que quería morir dignamente, por voluntad propia.
Junto con su equipo legal, presentó en agosto una demanda argumentando que el artículo 144 del código penal ecuatoriano, era inconstitucional y que violaba su derecho a una muerte digna. El texto equipara la eutanasia al homicidio y lo castiga con una pena de prisión de entre 10 y 13 años.
“Lo que vivo es doloroso, solitario y cruel”, relató en noviembre en una audiencia virtual ante la Corte Constitucional.
“No vengo a exponerme hoy para que me tengan lástima, eso sí sería injusto (…). Yo he conocido lo que es vivir una vida intensa, una vida profunda, una vida amplia y colorida. He vivido una vida plena y sé que lo único que merezco, lo único que merezco es una vida y una muerte con dignidad“, dijo.
El miércoles, cuando en un falló histórico siete de los nueve magistrados determinaron que los médicos puedan ayudar a morir a un enfermo sin ir a la cárcel, Roldán dijo en una rueda de prensa virtual que recibió la noticia “conmovida y con alivio” y que hubo días en que pensó que “nunca iba a escuchar el resultado de esta demanda”.
Un hito en Ecuador y Latinoamérica
La decisión fue considerada como un “hito” en una sociedad conservadora y mayoritariamente católica, y convierte a Ecuador en el segundo país latinoamericano, después de Colombia, en dar luz verde a ese procedimiento.
Varios países de la región, como Cuba, Chile o Uruguay, están impulsando proyectos al respecto.
“La lucha por los derechos humanos nunca es un camino asfaltado, agradezco a todos porque hoy el Ecuador es un país un poco más acogedor, más libre y más digno”, dijo el miércoles.
El tribunal declaró la inconstitucionalidad “condicionada” del artículo denunciado por Roldán.
Eso significa que la eutanasia podrá practicarse siempre que un médico la realice, que el paciente exprese su consentimiento inequívoco, libre e informado y que padezca “intenso sufrimiento proveniente de una lesión corporal grave e irreversible o de una enfermedad grave e incurable”.
“Sentimiento ambivalente”
El máximo intérprete de la carta magna también determinó que el Ministerio de Salud elabore un reglamento sobre la eutanasia en un plazo de dos meses, y que en seis meses la Defensoría del Pueblo debe diseñar un proyecto de ley que la regule. La Asamblea deberá debatirlo y aprobarlo en 12 meses.
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El fallo aclara que tiene efectos inmediatos. Roldán, que había pedido a la Corte que en caso de que se fallara a favor se le permitiera poner en práctica después de 15 días, dijo el miércoles que pasará los próximos días “digiriendo lo que esto significa” con su familia.
Su padre, Francisco Roldán, dijo en las redes sociales que tenía “sentimientos ambivalentes”.
Por una parte, satisfacción de que su hija deje un “legado para la sociedad ecuatoriana”, pero por otra de “tener el corazón medio partido porque se puede producir el desenlace que sabemos”.