Las variaciones de temperatura de la primera luz del universo primitivo fueron traducidas en un flujo de bits y analizadas por un astrofísico alemán.
La hipótesis sobre la existencia de un potencial mensaje de un posible creador del universo (en caso de que hubiera uno) que sería visible para todas civilizaciones tecnológicas, fue planteado por primera vez en 2006 en un artículo de los físicos teóricos Stephen Hsu (Universidad de Oregón) y Anthony Zee (Universidad de California).
Más de un década después, Michael Hippke, que se identifica como un científico independiente que investiga sobre astrofísica en su “tiempo libre” y está afiliado al observatorio de Sonneberg (Alemania), decidió intentar encontrar dicho mensaje en el espectro de potencia angular del fondo cósmico de microondas (CMB).
¿Qué es el CMB?
El CMB muestra el universo primitivo y se remonta a unos 380.000 años después del Big Bang. Antes de la época de la recombinación, el cosmos era completamente oscuro y opaco, y tan caliente y denso que los átomos no podían formarse con lo que protones y electrones volaban en forma de plasma ionizado.
A medida que el universo se enfriaba y se expandía, estas partículas empezaron a combinarse formando átomos de hidrógeno neutros. El espacio se despejó y la luz pudo moverse libremente a través de él por primera vez. Esta primera luz —que aún es detectable a día de hoy y cubre todo el espacio conocido— es el CMB.
¿Cómo se buscó el “mensaje del creador”?
Debido a que el universo primitivo no era uniforme, las variaciones de densidad en la época de la recombinación se manifiestan actualmente en fluctuaciones muy leves en la temperatura del CMB.
Hippke tradujo estas variaciones de temperatura del CMB en un flujo de bits (secuencia binaria), ya que Hsu y Zee supusieron que el CMB es “la valla publicitaria más grande del cielo, visible para todas las civilizaciones tecnológicas”, donde se puede dejar un mensaje que “sería idéntico para todos los observadores en el espacio y el tiempo, y el contenido de la información puede ser razonablemente grande (miles de bits)”.
No obstante, Hippke descubrió que hay varios problemas con estas afirmaciones. La primera es que el CMB todavía se está enfriando. Su temperatura inicial era de unos 3.000 Kelvin y actualmente es 2,7 Kelvin. A medida que el Universo continúa envejeciendo, eventualmente el CMB se volverá indetectable y desaparecerá, esto puede pasar dentro de 10 duodecillones de años.
Además, de acuerdo con Hippke, es extremadamente poco probable que el CMB aparezca exactamente igual en el cielo para diferentes observadores en diferentes lugares. Tampoco podemos ver todo el CMB debido a la emisión en primer plano de la Vía Láctea.
Flujo de 1.000 bits
Basándose en estas limitaciones, Hippke estima que el contenido del potencial “mensaje del creador” sería mucho menor que miles de bits, supuestos por Hsu y Zee: solo 1.000 bits. Partiendo de ello, el astrofísico analizó las fluctuaciones de temperatura en el CMB, registradas por el satélite Planck y la sonda de anisotropía de microondas Wilkinson (WMAP). De estos conjuntos de datos extrajo su flujo de bits, comparó los resultados de cada grupo para encontrar bits coincidentes, pero no logró encontrar “ningún mensaje significativo en el flujo de bits real”.
“Podemos concluir que no hay un mensaje obvio del cielo en el CMB. Sin embargo, no está claro si existe (hubo) un creador, si vivimos en una simulación o si el mensaje se imprimió correctamente en la sección anterior, pero fallamos a la hora de entenderlo”, resumió. Hippke incluyó dicho flujo de bits real al final de su estudio “para que el lector interesado lo escudriñe”. El artículo de Hippke se publicó en el repositorio en línea arXiv y aún no ha sido revisado por pares.