El ciudadano ruso Román Selezniov, que desde 2014 cumplía condena en EE.UU. y regresó a su país el jueves en el histórico intercambio de prisioneros entre Rusia y Occidente, reveló a Pervi Kanal que estuvo a punto de morir en una prisión estadounidense.
El hombre, de 40 años, fue condenado en EE.UU. a 27 años de cárcel por ciberfraude, incluido el robo de datos de tarjetas de crédito y organización de estafas en línea.
Secuestro
Román pasó 10 años en cárceles en Estados Unidos. Lo trasladaban de un estado a otro, lo metían a menudo en una celda de castigo y los guardias no le dejaban dormir bien. El hombre contó cómo acabó en prisión: “Me secuestraron [durante las vacaciones] en las Maldivas. Me trajeron a Estados Unidos, me metieron en la cárcel y me trataron muy mal”.
De esta manera, Washington no solo violó las leyes del derecho internacional, sino también las de las Maldivas. A su llegada a EE.UU., Román fue acusado de que el grupo de ‘hackers’ que dirigía supuestamente causó daños a ciudadanos y organizaciones estadounidenses por valor de 170 millones de dólares.
Asesinatos diarios
Selezniov no se declaró culpable de ninguno de los 40 cargos. Una de las prisiones en las que estuvo fue la de Atlanta, Georgia. “Allí es muy horrible […] Todos los presos llevan cuchillos. Se matan entre ellos todo el tiempo. No pasa un solo día sin que alguien corte a alguien. Hubo un par de ocasiones en las que casi me mataron allí”, relató.
Humillación moral
En Butner, Carolina del Norte, Román también sintió un trato “especial” por parte de la administración de la prisión, ya que era el único preso que tenía que presentarse ante los guardianes cada dos horas. “Me despertaban todo el tiempo, me obligaban a registrarme cada dos horas, las 24 horas del día. Así que no podía dormir, me despertaban cada dos horas. Encendían las luces a todas horas. Era como un foco que me iluminaba día y noche”, denunció.
También dijo que fue recluido en celdas en malas condiciones y con una comida “terrible”.
Admitió que incluso había empezado a olvidar su idioma nativo, pero mantenía la esperanza. “Nunca pensé ni por un segundo que me olvidarían. Durante 10 años me senté y esperé que me intercambiaran. Pero no dependía solo de los rusos, sino de muchas partes”, explicó. “Todavía no puedo creer que esté en casa […] Siempre tengo miedo de despertarme en un momento y volver a estar en la celda”, expresó.
Deterioro de la salud
Tras llegar a casa, lo primero que hizo el hombre fue darse una ducha para “quitarse la suciedad de la cárcel”, declaró a Gazeta.ru su padre, el diputado de la Duma Estatal Valeri Selezniov. “Lo primero que hizo fue lavarse. Estaba desacostumbrado de la comodidad, no podía creer que estuviera en un piso, en un edificio residencial con condiciones individuales. Se metió en la ducha durante media hora y se quitó la suciedad carcelaria que llevaba incrustada diez años”, contó el padre de Román.
Ahora, dijo, su hijo planea cuidar su salud y “encontrarse a sí mismo”. “Durante diez años se ha deteriorado su salud, así que lo primero que piensa hacer es ocuparse de ello, pasar una comisión, porque tiene una discapacidad, nadie lo ha examinado allí. Durante diez años no se le proporcionó ningún servicio médico, a pesar de que tenía todas las indicaciones”, criticó el diputado.
“Después de eso, necesita encontrarse a sí mismo, socializar”, agregó.
Valeri también denunció que Román fue humillado moralmente durante toda su estancia en la cárcel. “Se considera que necesita cierta rehabilitación, porque son diez años terribles. Cuando traté de preguntarle al respecto, dijo que todavía es imposible de expresar con palabras, no voy a entender. No importa lo que dijo, la realidad es aún más difícil, solo psicológicamente. Allí sufrió una humillación moral constante”, concluyó.