El Covid-19 saca la impotencia de mucha gente. Inunda de miedo a enfermos, familiares y quienes tienen enfermedades previas o avanzada edad.
Estamos siendo golpeados por un virus que sabemos cómo derrotarlo. Se vence con amor a los demás.
Si pensamos en el prójimo como dijo Jesús, usaríamos mascarillas. Mantendríamos una distancia física sana. No participáramos de las imprudentes fiestas “busca Covid” que se hacen en calles, se improvisan en casas y en ríos.
Si tenemos amor por el otro sabemos que si no me enfermo ayudo a que las camas no se llenen para los que la necesitan.
El Covid ha descubierto nuestra falta de amor por el prójimo. En este capitalismo deforme que vivimos lo que importa es mi diversión, ganar dinero, consumir y mantener la actividad económica con el sudor de sangre o con el luto de los muertos.
Cada muerto es abono a la riqueza de alguien o a la conquista del poder. Cosechados ahora penas por el bien de la democracia, algo que era necesario pero con un precio.
Si nos cuidamos, si sólo salimos a lo necesario, si controlamos las ganas de placer o de ganar dinero: podríamos ayudar a otros al no ser foco de contagios y así ponerle dificultad a la transmisión.
Debemos usar mascarillas en los grupos de los barrios o cuando se encuentran familiares que no viven juntos.
¡Si amas al prójimo debes lavarte las manos con frecuencia y mantener la sana distancia física!