Ante el dolor humano o frente a relaciones conflictivas y llenas de infelicidad, se observa que los seres humanos tendemos a mantener las pautas que le dan vida a los problemas.
Hay un nivel en que algunas personas no salen de los problemas mediante explicaciones racionales, por eso los consejos no serían útiles en ciertos casos.
Los terapeutas estratégicos han planteado que si “quieres cambiar aprende a obrar”. Cuando alguien empieza a realizar pequeñas obras se inicia un proceso de cambios, que como la imagen de la bola de nieve montaña abajo va rodando y aumentando de tamaño, hasta provocar una avalancha.
Para el terapeuta estratégico estimular pequeños cambios es iniciar el proceso de cambios.
Los malos hábitos establecidos son difíciles de erradicar. Cuando provocamos pequeños cambios rompemos la armonía de los hábitos negativos, la persona se encamina a una nueva visión que puede mejorar su vida personal y sus relaciones.
Cuando enseñamos a nuestros hijos a ser empáticos, le proporcionamos herramientas para comprender a los demás.
Les enseñamos a no ser egoístas. También aprenderán a cultivar sanas emociones que les permitirán ser solidarios con los demas; ver y sufrir la pobreza y el dolor ajeno.
De esa forma podemos lograr hijos respetuosos con sus padres, responsables que luchan por la independencia. Que sueltan amarras de los padres y que piensan en ellos con respeto y no son una fuente de infelicidad para sus progenitores con su accionar autodestructivo.
Cada mínimo cambio que hacemos, puede ser el inicio de una mejor vida.
Cambiar mi manera de pensar. Ser solidario con los demás. Valorar a otros por lo que son y no por lo que tienen.
No guiarse siempre por ganancias que sean económicas y ver otros aportes para nuestra vida y para los demás.
Cada uno puede elegir su pequeño cambio y su pequeña obra. A la acción, ya que intelectualizar mucho nos llena de excusas y justificaciones y en ocasiones sepulta el cambio.