Encontrar sentido a la vida es más complejo en tiempos de crisis e incertidumbre, pero es precisamente en el dolor, en las pérdidas, en la enfermedad y frente a la muerte: que se requiere una respuesta que organice nuestra vida y que recobre el sentido vital cuando somos golpeados por la decepción, la falta de fe o la injusticia.

Las experiencias traumáticas pueden arrebatar el sentido a nuestras vidas.  Sin embargo, no son precisamente esas experiencias las que roban nuestra felicidad y ganas de vivir. 

Las actitudes frente a las situaciones y cómo interpretamos y el tipo de cosmovisión que tenemos y los paradigmas que sustentan nuestros sistemas de valores: son los que finalmente sacan a flote nuestras reacciones frente a la traición, las pérdidas y los eventos imprevistos. Mantener la chispa para vivir, ayudar a otros y conservar la libertad de decidir la actitud, como decía Viktor Frankl, nos ayuda a seguir con un proyecto de vida productivo productivo con fe y con la esperanza de que está mala situación que vivimos pasará.

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