El dinero mal habido pronto se acaba; quien ahorra, poco a poco se enriquece, Proverbios 13:11

Santo Domingo, RD.- Desde esta columna, y así también lo han expresado otros colegas como el amigo Javier Trullols, hemos propiciado que se incluya de manera explícita en la carga académica de las escuelas y colegios la educación financiera. Sería muy beneficioso diseñar asignaturas como por ejemplo Finanzas 101 o Introducción a las finanzas personales para que los estudiantes, desde temprana edad, puedan aprender a manejar herramientas y habilidades de control financiero.

Uno de los problemas históricos de nuestra nación, es el tema de la educación, y dentro de esta no debe falta la educación financiera, pues niños financieramente bien educados se convertirán en adultos prudentes y honestos en la administración de los recursos. Pero también, los padres debemos, desde el hogar, inculcar el hábito del ahorro en nuestros hijos, pues esta buena práctica les inculcará valiosos valores:

Responsabilidad: El hábito del ahorro les enseña a los niños y adolescentes a ser personas más responsables, sobre todo a la hora de hacer una buena gestión de los recursos. La irresponsabilidad ha llevado a miles de familias al fracaso económico porque a los padres no les ha dado la gana de ejercer técnicas de prevención y gestión de riesgos, siendo por tanto despilfarradores y gastando dinero de manera imprudente, lo que les hace recurrir al endeudamiento tóxico, hipotecando así el bienestar del seno familiar.

Sentido de pertenencia: Los niños con arraigados hábitos de ahorros se sienten que son parte de un proyecto que repercutirá positivamente en su futuro. Manejar desde temprana edad una alcancía o una cuenta de ahorro infantil, hace que el niño perciba que su esfuerzo va a tener un beneficio futuro, lo que le da seguridad y confianza. Esa libretita o alcancía se convierte en parte de su identidad y le da al niño un sentimiento de que tiene control de su propio dinero y por ende serán, de adultos mejores, administradores del dinero.

Paciencia: Como tienen que esperar a que la alcancía se llene para conocer el monto de su esfuerzo, esto le da la paciencia necesaria para esperar resultados. La falta de paciencia nos hace tomar malas decisiones de adquisición o de inversión. Tal como dice la biblia en Romanos, capítulo 8, versículo 25 “pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia”. Eso es lo hermoso del hábito del ahorro, que nos ayuda a ser constantes y nunca tirar la toalla.

Prudencia: Esta es una virtud que lamentablemente está empezando a escasear en nuestra sociedad. Somos muy imprudentes, gastamos sin saber si nuestros ingresos son suficientes, no construimos fondos de emergencia, no llevamos un presupuesto, y para colmo, para estar bien con una sociedad hipócrita, nos endeudamos hasta los tuétanos. El hábito del ahorro nos da la facultad de valorar cada peso obtenido y ser prudentes en su manejo.

Respeto y valoración del dinero: La cultura del ahorro les enseña a los niños que el dinero no se obtiene de las ramas de los árboles, sino que cuesta mucho esfuerzo ganarlo y por lo tanto hay que cuidarlo. Muchos se ganan el dinero como si estuviesen subiendo una escalera muy empinada, pero al gastarlo lo hacen como si se lanzarán por un tobogán. Una buena valoración y respeto por el dinero les dará a los infantes la capacidad de gestionarlo de forma efectiva, evitando a toda costa el despilfarro.

Desarrollo de las buenas inversiones: Invertir es colocar nuestro dinero en instrumentos u actividades que lo hagan crecer y/o nos proporcionen un flujo de efectivo de manera periódica. No tendría sentido inculcar en los niños buenos hábitos de ahorro si no conocen de antemano las buenas técnicas de inversión.

A los niños, y sobre todo a los jóvenes, hay que enseñarlas que en finanzas no todo lo que brilla es oro, y que habrá personas inescrupulosas que la harán ofertas maravillosas, con suculentos rendimientos a riesgo cero.

El ahorro debe procurar fomentar las buenas inversiones, conocer la relación riesgo – beneficio (a mayor rendimiento mayor será el riesgo) y a capacitarse y estudiar finanzas e inversión para así tomar buenas decisiones y no caer en las garras de estafadores o esquemas piramidales.

Sin lugar a dudas, uno de los mejores legados que los padres pueden dejar en sus hijos, son el hábito del ahorro y el fomento de las buenas inversiones.

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Por El Dinero