Santo Domingo, RD.- Desde siempre y aunque la forma de vivir la cuaresma, en especial el Viernes Santo, ha cambiado, perdiendo la solemnidad, sacrificio, ayuno o penitencias que realizaban nuestros abuelos y padres, la forma de vivirla para los cristianos católicos se mantiene casi intacta.
Aunque la pandemia de la Covid-19 ha puesto en pausa algunos ritos y celebraciones propias del Viernes Santo, como el viacrucis (reflexión donde un grupo de personas meditan la pasión, muerte y resurrección de Jesús) este año y manteniendo el debido distanciamiento social, los fieles católicos volverán a contemplar a Jesús crucificado en comunidad luego de que el mundo variara las medidas de distanciamiento y se permitiera celebrar los ritos cristianos en las iglesias.
Hoy Viernes Santo es un día de penitencia obligatoria para toda la Iglesia católica y por tanto se realizan diversos tipos de abstinencia y ayuno. Aunque son sacrificios personales y no hay necesidad de compartirlos, también se motivan algunos como el no comer carne, esto porque al ser uno de los alimentos más comunes y que más comen las personas, la iglesia invita a sacrificar, así como Cristo se sacrificó por los que ama.
En este día y siguiendo una tradición antigua no se celebra la eucaristía, conocida como misa. Esta celebración inicia con la reflexión de las siete palabras (las últimas palabras pronunciadas por Jesús ante de su muerte). En ese momento se reflexiona con estas siete frases trayéndolas cada una de ellas a la situación actual de cada país.
Esta liturgia es conocida como la Pasión de Cristo y en ella la iglesia católica procura que se realice a las tres de la tarde, hora de la muerte de Jesús.
“Los judíos medían los días de noche a noche. Jesús fue clavado en la cruz entre la tercera y la sexta hora, entre las nueve y las doce de nuestra hora. En la novena hora de los judíos, es decir, entre las tres y las cuatro de la tarde, murió”.
Mateo 27,46, “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has dabandonado?
Marcos 15, 33-34, “Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Lucas 23,44-46 “Desde el mediodía y hasta la media tarde, toda la tierra quedó sumida en la oscuridad, pues el sol se ocultó. Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos. Entonces Jesús exclamó con fuerza: -¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró”.
Juan 19:14-16 “Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: !!He aquí vuestro Rey! Pero ellos gritaron: !!Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César. Así que entonces lo entregó a ellos para que fuese crucificado. Tomaron, pues, a Jesús, y le llevaron”.
En esta liturgia no hay canto de entrada, el sacerdote con sus ministros, con vestidos de color rojo por la celebración muerte martirial de Cristo. Después de hacer la reverencia al altar, se postra en el suelo o se arrodilla. Esto como una forma humillación del hombre terreno, la tristeza y el dolor de la Iglesia. Los demás se arrodillan a la postración del sacerdote y oran todos en silencio por unos instantes.
Las lecturas son leídas por entero. El evangelio se proclama del mismo modo que se ha hecho en el Domingo de Ramos, toda la pasión de Cristo, desde que le indica a sus discípulos que le preparen el lugar de la cena donde un tal Fulano hasta que es sepultado.
Luego de la Homilía (explicación de las lecturas) se realiza la oración universal donde se reza por 11 categorías de personas, en los que se incluyen los que no creen en Cristo. Terminada cada una de estas oraciones los presentes se arrodillan o se quedan de pie orando un minuto en silencio.
Pasado este momento el sacerdote se pone en medio de la asamblea, para iniciar con la Adoración a la Cruz, en este momento, cada uno de los presentes se dirige donde el sacerdote que sostiene la cruz en sus brazos y hace una reverencia o se besa la cruz. La catequesis cristiana llama a vivir ese momento pensando y viviendo que el que se besa o se adora es el propio cristo crucificado sin importar el tamaño que se haya usado en la cruz. Es por esto que la iglesia no la llama veneración como otros ritos, esto es adoración al propio cristo crucificado.
Aunque en cada eucarística se consagra la hostia que se reparte entre los presentes que pueden recibir el cuerpo de cristo, la eucaristía que se comparte entre los católicos este viernes es consagrada el Jueves Santo (ayer).
Durante todo el año, el Viernes Santo es el único día que la iglesia católica no realiza la misa.
Terminada la celebración se despoja el altar, dejando la Cruz con cuatro candelabros en un lugar adecuado de la iglesia para que todos puedan adorarla, besarla y permanecer en oración y meditación delante de ella y también se realiza un pequeño altar con la eucaristía para que todos adoren.
Esta adoración que inicia el Jueves Santo, concluye el sábado antes de la misa de Pascua y se divide por horas entre los diferentes grupos apostólicos de las iglesias.
“Luego la sacó, la envolvió en tela de lino y la colocó en una tumba cortada en la roca, en la que aún no había nadie. Era el día de la preparación, y el sábado estaba a punto de comenzar” (Lucas 23:54).
El Nuevo Testamento dice que Jesús resucitó de la muerte al tercer día, no necesariamente después de tres días completos y literales.