Un padre puede tener muchas razones para abandonar a un hijo. El pequeño Louis criado en la pobreza extrema en Nueva Orleans nunca pudo siendo niño comprender el por qué de  la ausencia de su padre.  Luego de caer en pequeños actos delictivos encontró soporte en un hombre judío y su familia. Este hombre le compró un instrumento musical y le dio sentido a su vida. La música lo salvó de la delincuencia. De tanto dolor emocional y pobreza se convirtió en quizás el mejor trompetista de jazz de su época. Luego sería gran cantante de ese género musical.

Hay padres que son periféricos. Son padres y madres que viviendo con sus hijos descuidan el cuidado y protección de sus hijos. No les supervisan y no investigan cómo están los sentimientos de sus hijos o cuáles problemas emocionales tienen o sus conflictos en la escuela o con amigos. Son padres y madres que se preocupan más por su placer y bienestar que el de sus hijos e hijas.

En la consulta con parejas salen muchas historias de abandono en la infancia. Un padre irresponsable que abandona su familia, una madre que abandona a sus hijos y los deja al cuidado de una tía o abuela. Ese abandono deja marcas y huellas para toda la vida y en algunos ya adultos se conserva el miedo al abandono. Pueden ser inseguros en sus relaciones de pareja, y pueden desarrollar celos.

También algunos desarrollan resentimiento por el abandono de uno de sus padres y eso dificulta la relación por la injusticia que entienden se cometió contra ellos siendo niños.

El afecto, cuidado y disponibilidad del padre y la madre en la infancia, es vital para el buen desarrollo emocional de los niños. Cuando los padres están disponibles, los hijos adquieren un apego seguro que les permite ser adultos seguros en sí mismos y sin miedo al abandono.

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