Jóvenes entre 20 y 29 años son mayoría en accidentes de tránsito a bordo de motocicletas.
Santo Domingo, RD.-Un joven de 21 años espera en una silla de ruedas su turno para ser atendido por el ortopeda que le practicó una cirugía hace tres años en el Hospital Docente Universitario Doctor Darío Contreras tras un accidente de tránsito en el que perdió la movilidad de su mano y pie izquierdos.
Su condición no es de las peores que se han visto en centros médicos. Sin embargo, es una de las que evidencia parte de los grandes retos que enfrenta República Dominicana en cuanto a desplazamiento terrestre y siniestralidad vial.
Los accidentes de tránsito son una de las principales causas de muerte en el país, donde se ven afectados todos los entes que forman parte del tránsito, incluyendo a peatones y hasta la infraestructura de las calles y avenidas. Una persona lesionada consume, como mínimo, cerca de RD$50,000 en tratamientos y rehabilitación.
La historia de Keiby Alvarado, quien sobrevivió a un accidente, es la réplica de unas 1,500 ocurridas cada año a nivel nacional. En su caso, se desplazaba a alta velocidad en una motocicleta que impactó de frente con otra dejando un saldo de una persona muerta, dos heridas y ambos vehículos destrozados en la calle principal del sector Los Alcarrizos.
Fue gracias a la asistencia de los médicos del Sistema Nacional de Atención a Emergencias y Seguridad 9-1-1 que los heridos fueron trasladados a tiempo al Darío Contreras en Santo Domingo Este, centro especializado en las áreas de ortopedia, traumatología, cirugía y rehabilitación. Pero, ¿quién tuvo la responsabilidad de este choque?
Determinar la naturaleza del impacto que dejó una familia enlutada y otra económicamente mal, pero esto no es lo primordial para los médicos cuando se debe restablecer físicamente una persona.
Pero Alvarado, hijo de madre soltera, reconoce que ocupaba la vía contraria a la que le correspondía en la avenida y que su afán de conseguir más pasajeros para reunir los “pesitos” que le hacían falta para el pago de su motor lo llevaron a pensar que le daba tiempo realizar un rebase “mortal”.
Con la mirada fija, el chico relata que “fue cuestión de un minuto, yo pensaba que no venía nada del otro lado y decidí coger la brecha, cuando vine a darme cuenta ya tenía el otro motor encima”.
Esa conducción temeraria es para el especialista en ortopedia y traumatología, José Aponte, la culpable de que en el país no ocurran accidentes, que por su naturaleza son “un evento fortuito y desagradable que no pudo haberse previsto”.
Aponte, quien fue director del Hospital Darío Contreras, explica que ese fenómeno está dentro de las incidencias de la siniestralidad vial, ya que “al decir accidente, un término que ya se está cambiando, le quitamos responsabilidad a los conductores que cometen alguna imprudencia en las vías”.
Luego de que Alvarado fuera trasladado al primer centro médico traumatológico, conocido como “El Darío” y construido en julio de 1959, su vida dio un giro y los “pesitos” que le faltaban para el pago de la motocicleta ahora son anhelados para costear el taxi en el que debe ser trasladado casi semanal.
“Pensé que después de la operación no tendría que volver al médico, pero tengo terapia una vez a la semana y consulta mensual”, dice el joven.
Aponte resume las consecuencias de un hecho como este como la fábrica de un ente “generador de miseria y una carga para el Estado, porque si esas personas son las que llevan el sustento a la familia y terminan con un accidente grave que lo inhabilita, entonces deja de ser proveedor para convertirse en una carga por los gastos médicos que conlleva la rehabilitación”.
El centro especializado recibe aproximadamente 173,300 pacientes al año, de los cuales el 48% son atendidos por emergencia y el restante por consulta externa, es decir, pacientes que necesitan un seguimiento médico tras una intervención quirúrgica.
Cerca de 250 emergencias diarias son asistidas en el Darío Contreras, y de esa cantidad el 22% son a causa de accidentes de tránsito, siendo los motociclistas los de mayor frecuencia. Su departamento de estadísticas registra que los hombres entre los 20 y 29 años conforman la mayor parte de las personas atendidas.
Cirugías maxilofaciales
Estos pacientes son referidos a distintas áreas de servicio de apoyo diagnóstico, como laboratorio, radiografía, electrocardiograma, sonografía, tomografía, consejería y transfusiones. En ese sentido, el Departamento de Radiografías del Darío recibe aproximadamente 260,000 pacientes en un año, el 54% de los servicios de apoyo.
Estos estudios son esenciales para determinar la gravedad interna del paciente. Respecto a los motociclistas que se accidentan sin casco protector, en algunos casos, es necesario la participación de un cirujano maxilofacial para el diagnóstico, cirugía y tratamientos relacionados con un gran espectro de enfermedades, heridas y aspectos estéticos de la boca, dientes, cara, cabeza y cuello.
En términos estadísticos, estos procesos quirúrgicos han ido en aumento, según las explicaciones del encargado de la unidad de Cirugía Maxilofacial del Darío, Ramón Pichardo, quien indica que producto de la cantidad de fracturas de este tipo que reciben a diario, la unidad ha evoluciona hasta el punto de establecer una residencia en el hospital.
Pondera que una de las preocupaciones de su unidad es la cantidad de personas asistidas por emergencias de accidentes de tránsito, las cuales requieren, en su mayoría, intervenciones de fractura sencilla en piernas y brazos que tienen un costo considerable, aunque sean poco complejas.
“En comparación con centros privados contamos con los mismos equipos y profesionales, la diferencia radica en el costo de los procesos, ya que las clínicas por una operación de fractura simple, por ejemplo, de mandíbula, pueden cobrar hasta RD$50,000 y otros procesos más complejos llegarían hasta RD$500,000, mientras que en el sector público el paciente asumiría nada o quizá el 10% de los gastos”, explicó.
La intervención médica de Alvarado no se aleja de los gastos de otras especialidades, pues comenta que le colocaron en la pierna fracturada unos clavos de metal acanalados con huecos por uno de los extremos a lo largo del hueso y luego le pasaron tornillos atravesando el hueso y el hueco del clavo.
Ese dispositivo y la pérdida de la función muscular de su brazo lo obligan asistir a las sesiones de rehabilitación para devolverle la movilidad. Cada viaje al centro le cuesta unos RD$650 pesos, tomando en cuenta que requiere un vehículo privado para trasladarse junto a otra persona que le acompaña.
Ya era mediodía y el joven de 21 años no había tenido chance de almorzar, porque estaba atento a la pantalla que le indicaría la disponibilidad de su médico. Ni el hambre, ni la larga espera lo hacen perder su sonrisa con la que cuenta lo que le ha costado volver a ser el joven de antes.
Otros centros
Precisamente por la larga espera que les toca a los pacientes del Darío, el aumento de la población, del parque vehicular y la frecuencia con la ocurren los accidentes, se construye desde el 2010, el Hospital Traumatológico Doctor Ney Arias Lora. Su nombre en honor al primer neurocirujano dominicano.
A este centro acuden personas que habitan en la cercanía de su ubicación, es decir, del distrito municipal La Victoria, Villa Mella, Sabana Perdida y Los Guaricanos. Pero, también, es el desahogo de los hospitales generales que reciben casos de atención del tercer nivel, como los propios de traumatología, cirugía, neurocirugía, rehabilitación, etc.
El tema de la siniestralidad vial también impacta este hospital, el cual recibe con una emergencia polivalente cerca de 400 pacientes por consulta y 180 por emergencia, con un 70% de casos por accidentes de tránsito, de los cuales el 30% son conductores y pasajeros de motocicletas.
La población por más que se orienta continúa siendo frágil en este tema, pues la mayoría de los casos asistidos son producto de traumas por accidentes de tránsito, lo que llama la atención de los especialistas en la salud.
Datos del Programa de Reducción de la Morbilidad por Accidentes de Tránsito (Premat) indican que la mayoría de los pacientes no hacían uso del casco protector, por lo que las fracturas mayores son de cráneo, y en el caso de las extremidades el 75% necesita utilizar algún tipo de implante o dispositivo médico.
El país también cuenta con el Traumatológico y Quirúrgico Profesor Juan Bosch, inaugurado en septiembre de 2006 y hasta el momento se constituye como el primer y único hospital de la región del Cibao dedicado a la atención especializada de usuarios traumatizados, con patologías ortopédicas y quirúrgicas.
Este centro comparte las características de los que están ubicados en Santo Domingo Este y Norte. Su nivel de asistencia es de 850 pacientes al mes, de los cuales el 20% es recibido por causas de accidentes de tránsito.
De ese 20% se hospitalizan un promedio de 70 accidentados para el 42%, el 58% son curados y despachados y penas un 1% muere en el centro por complicaciones.
Del total de pacientes ingresados mensualmente por accidente solo el 61%, es decir, 45 pacientes son operados por las distintas especialidades. La mayor cantidad de casos pertenece a ortopedia con un 77%.