Tokio planea verter al océano más de un millón de toneladas de ese líquido contaminado, lo que ha desatado las críticas de otros países de Asia-Pacífico.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha convocado este jueves al embajador de Japón en Pekín, Tarumi Hideo, paras protestar ante el Gobierno nipón por su decisión de verter aguas residuales de la central nuclear de Fukushima al océano.
Tokio dio a conocer esta semana sus planes para verter a mar más de un millón de toneladas de agua contaminada de la central nuclear de Fukushima, que quedó destruida en marzo de 2011 por el sismo más fuerte jamás documentado en Japón y el devastador tsunami posterior. Se prevé que los trabajos arranquen dentro de dos años, mientras que todo el proceso tardaría décadas, según las proyecciones.
El asesor del ministro de Exteriores chino, Wu Jianghao, presentó al embajador nipón una nota de protesta y criticó que el Gobierno no tiene en cuenta los problemas que pueda ocasionar su plan al medioambiente marino, la salud pública internacional y los intereses vitales de los países vecinos.
Pekín insta a Tokio a “mantener una actitud científica y cumplir con las obligaciones internacionales”, dijo el diplomático. Según el Gobierno chino, la parte nipona debería retractarse de esta decisión “equivocada” y volver a examinar la forma de eliminar las aguas residuales de la central, según recoge el canal CGTN.
La operadora Tokyo Electric Power Co. (TEPCO) dice que su capacidad de almacenar el agua contaminada en tanques llegará a su límite en otoño de 2022. La compañía planea filtrar el líquido para eliminar los isótopos, dejando solo el tritio, un isótopo radiactivo de hidrógeno difícil de separar del agua. Antes de bombearla al océano, diluirá el agua hasta que sus niveles de tritio caigan por debajo de los límites reglamentarios.
El plan ha desatado polémica en la comunidad internacional, con críticas desde países vecinos, grupos ambientalistas y comunidades pesqueras locales. Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino comentó horas antes que el océano Pacífico “no es el bote de basura de Japón” ni “tampoco una cloaca”, al tiempo que desafió a un funcionario nipón que había afirmado que el agua contaminada era apta para beber a ser el primero en tomar un sorbo.