“Los últimos descubrimientos muestran perfectamente que la lista de especies presentes aquí está lejos de concluir y que el futuro todavía depara grandes sorpresas y descubrimientos”, asegura Nathalie Bardet, paleontóloga del Museo Nacional de Historia Natural de París.

En un estudio publicado recientemente en la revista científica Cretaceous Research, un grupo de investigadores reveló las características de una nueva especie de mosasaurio (lagartos marinos extintos emparentados con las actuales serpientes y los dragones de Komodo) descubierta en Marruecos.

En total, fueron hallados dos cráneos completos y mandíbulas, suficientes para determinar que se trataba de fósiles de una nueva especie a la que denominaron ‘Pluridens serpentis’. Ello eleva a 13 la cifra de especies de mosasaurios descubiertas en esa región.  

De acuerdo con los científicos, el ‘Pluridens serpentis’ habría vivido durante el período Cretácico y estaba “floreciendo” desde un punto de vista evolutivo cuando fue aniquilado junto a la mayoría de las especies de la Tierra por el impacto de un colosal asteroide hace 66 millones de años.

“La diversidad de estos fósiles es asombrosa. Lejos de disminuir en diversidad, los mosasaurios parecían estar alcanzando su punto máximo justo antes de extinguirse”, señala Nick Longrich, paleontólogo del Centro Milner para la Evolución de la Universidad de Bath, en el Reino Unido. “No encontramos ninguna evidencia de que este grupo estuviera teniendo problemas. Desde un punto de vista evolutivo, estaban teniendo éxito, hicieron todo bien, pero nada puede prepararte para un asteroide“.

El ‘Pluridens serpentis’ poseía mandíbulas largas y delgadas con numerosos dientes pequeños en forma de gancho para agarrar presas pequeñas como peces y calamares. Sus ojos eran pequeños, lo que sugiere que tenía una visión pobre. Sin embargo, su hocico contaba con docenas de aberturas para los nervios, índice de una posible capacidad de cazar al detectar los movimientos del agua y los cambios de presión. Estos nervios pueden haber sido sensibles a pequeñas variaciones en la presión del agua, una adaptación que se observa en las serpientes marinas.

“Por lo general, cuando los animales desarrollan ojos pequeños, es porque dependen más de otros sentidos”, explica Longrich. “El hecho de que el ‘Pluridens serpentis’ tuviera tantos nervios en el hocico puede significar que usaba cambios en la presión del agua para detectar animales en condiciones de poca luz, ya sea de noche o en aguas profundas y oscuras”.

El paleontólogo también subraya que el animal probablemente usaba su lengua para cazar, como lo hacen las serpientes.

“Muchas serpientes y lagartos acuáticos mueven sus lenguas bifurcadas bajo el agua, utilizando señales químicas para rastrear a sus presas”, comenta.

Por su parte, la paleontóloga del Museo Nacional de Historia Natural de París, Nathalie Bardet, afirma que los últimos descubrimientos muestran perfectamente que la lista de especies presentes en Marruecos “está lejos de concluir y que el futuro todavía depara grandes sorpresas y descubrimientos”.

“El ‘Pluridens serpentis’ destaca la importancia del patrimonio paleontológico de Marruecos para ayudar a ilustrar la historia de la vida”, concluyen los investigadores en el estudio.

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