Luego de la vuelta a España, tras el Movimiento de la Reconquista, tras la españolización juan sanchista y mutiladas las ideas de Ciriaco, esta parte de la isla cayó en un letargo que ha sido bautizado por los historiadores como período de la ´´España Boba´´´, hasta que fue ocupada por los haitianos en 1822.
Como ha quedado escrito en la historia patria, en 1822 Juan Pedro Boyer ocupó esta parte de la isla, bajo el pretexto de que su constitución decía que ´´La isla es una e indivisible´´, pero motivado en la práctica por la necesidad que tenía el gobierno haitiano de buscarle tierra para trabajar a la soldadesca que acababa de hacer una larga guerra de independencia y al mismo tiempo social.
La acción del dominio haitiano se siente por primera vez en Azua cuando designan para esta ciudad a uno de sus más importantes generales, Bergerac Trichet. Esta designación se debió a la amenaza de un plan contra la ocupación, alentado por franceses anclados en Samaná.
Al poco tiempo de iniciarse la ocupación, se construyó en el lugar que hoy ocupa el Parque 19 de Marzo de Azua, así como en los parques de otras ciudades, ´´un terrado cuadrilátero de mampostería, con una palma criolla en el centro, como símbolo de la libertad´´, llamada por ellos Altar de la Patria.
Por decreto del 16 de febrero, Boyer asignó diputados para 14 ciudades; entre éstas, Azua, Neyba, San Juan de la Maguana y Las Matas de Farfán, El 27 de febrero de ese 1822, bajo el mandato de Borgellá, se eligieron los diputados. Por Azua, Pablo Altagracia Báez; por San Juan de la Maguana, Pedro Herrera; por Las Matas de Farfán, José Lazala, y por Neyba, José Ignacio Espejo.
El 6 de abril se dan órdenes para que sean sólo puertos de Cabotaje, Montecristi, Puerto Plata, Samaná, Santo Domingo y Azua, y se ordena también cobrar el impuesto de importación al café, azúcar y algodón.
La ley de patentes de 1823, coloca a Azua en quinta clase para el comercio, junto a Samaná, Montecristi y Santiago, detrás de Santo Domingo y Puerto Plata. Los demás pueblos aparecen en sexta clase. Este fue el primer acto de jurisdicción y soberanía realizado por los haitianos en la parte española. Con ello los ocupantes querían establecer las reglas de Haití con respecto a la categoría comercial y para la aceleración de la economía en esta parte.
Pero la restricción del 10 de febrero del mismo año prohíbe la entrada al oeste de la isla de aguardiente y mieles que vayan de Santo Domingo y Azua, si no es por los puertos habilitados con tales fines, y con el debido visado. El papel de supervisión para que se cumpliera esta orden en Azua, lo tuvo el general Voltaire. Esta medida crea un serio problema comercial; pues esto era en Azua, una tradición muy vieja.
En 1824, repiten como diputados por Azua y Neyba, los señores Pablo Altagracia Báez y José Ignacio Espejo.
Este año se producen algunas medidas que crean malestar en la población azuana de entonces, y en el país en general. Una de éstas fue la disposición gubernamental de que todos ´´los vagos´´ vayan a trabajar al campo, de manera coercitiva. La misma podría ser una muy buena idea para favorecer la agricultura, pero aplicada por los haitianos, que eran ocupantes extranjeros, seguro que no iba a caer bien.
Otra acción que vendría también a favorecer la producción en el campo, pero que acarrearía otro malestar, fue la traída de haitianos para la agricultura y los hatos ganaderos; pues muchos no llegaban sólo como trabajadores sino que querían también hacer de ´´capataces´´, por ser parte del proyecto de ocupación.
Sin embargo, la medida que más problemas causó en Azua fue la orden para que las autoridades se entendieran sólo en francés con la gente. Éste fue un gran error cultural y social, ya que chocaba directamente con uno de los elementos principales de la cultura, que es la comunicación propia.
El general Voltaire fue designado definitivamente en Azua, para hacer cumplir todas estas disposiciones.
Para el 25 de abril del mismo año era cerrado por decreto el puerto de Azua para el comercio extranjero. Lo que afectó seriamente también la actividad comercial.
A fines de 1826, la asamblea elige nuevos diputados para el congreso haitiano. Por Azua fue electo Antonio Batista; por San Juan, José Grateró; por Las Matas de Farfán, José Ramón Saldaña, y por Neyba, Juan Batista Verryer.
En el período 1827-1836, el gobierno haitiano ´´solicitó´´ una contribución a las poblaciones dominicanas, según sus posibilidades, pagadera a diez años, con el fin de que Haití pagara una indemnización a Francia por esta potencia haberle reconocido su independencia.
A Santo Domingo le correspondió una partida de 136 mil 499 pesos; a San Juan, 31 mil 123 pesos; a Azua, 35 mil pesos; a La Vega, 78 mil pesos; a Montecristi, 6 mil pesos; a Puerto Plata, 44 mil 928 pesos, y a Santiago, 77 mil 51 pesos.
En 1828, Boyer ordenó que las exportaciones de madera se hicieran sólo por puertos habilitados, a partir del 1 de junio. Por las presiones se permitió que los buques cargaran en la costa, tanto en Santo Domingo, como en Puerto Plata y Azua, hasta el 30 de junio de ese año. Se prohibió también el abuso maderero en terrenos del Estado, en San Juan de la Maguana, pero por el tráfico de influencia de algunos oficiales haitianos esta orden no se pudo cumplir.
Para esta época, el encargado de hacer cumplir estos mandatos en Azua fue el coronel Bellagarde, quien fue jefe de la común, a partir de 1828, en sustitución del coronel Voltaire.
Debido a que los concejos municipales no ganaban nada con el juego de gallos en las galleras de la ciudad, en febrero de 1830 fueron prohibidas esas galleras urbanas, y se permitieron sólo en la zona rural, cada domingo y día feriado. Como el juego de gallos era una tarea cotidiana en las poblaciones dominicanas, con ello se atrajo otro disgusto el gobierno haitiano.
En 1832, durante el gobierno de Carrié, se eligen nuevos diputados ante el congreso haitiano. Por Azua fue electo el presbítero Alejo Ruiz; por Neyba, Manuel Montesdeoca; por Las Matas de Farfán, Francisco Pimentel, y por San Juan de la Maguana, Damián Ortiz.
La ley de patentes del 18 de julio de ese año demuestra que Azua no había avanzado gran cosa en el ámbito comercial durante el gobierno haitiano; ya que continuaba en quinta clase, junto a Samaná, Montecristi y Santiago; detrás de Santo Domingo, Puerto Plata y La Vega.
Para 1834 se registran serios fraudes en el cabotaje. Se suprimen entonces los mayordomos de algunas ciudades, por quejas de abusos. Entre estas ciudades están Azua y San Juan de la Maguana. Las quejas eran por afectar los derechos civiles.
Las asambleas comunales eligieron nuevos diputados en 1837. El representante por Azua fue Ramón Martínez; por San Juan de la Maguana, La Resolieu, y por Las Matas de Farfán, Martín Terrero.
Según el parte enviado a su gobierno por el Coronel Saladín, en 1840, en Azua había la siguiente distribución de bienes agropecuarios sin incluir San Juan de la Maguana, Neyba ni Las Matas de Farfán: Las Barías, 71 cañaverales con conucos y dos hatos: Puerto Viejo, 35 cañaverales con conucos, y 5 hatos; Pueblo Viejo, 57 cañaverales con conucos; San Francisco, 21 cañaverales con conucos; Las Lomas, 31 cañaverales con conucos; 3 hatos y 47 cafetales, y Fundación, 33 cañaverales con conucos, y 25 hatos. En Túbano, (hoy Padre Las Casas), había 20 labranzas y 7 hatos.
Un dato importante se desprende de estos números: En Azua se registraban 271 cañaverales; con lo que ocupaba el primer lugar en esta parte de la isla. Había también 44 hatos, 47 cafetales y 20 labranzas.
En 1843 se hacen nuevas elecciones de diputados. Por Azua es electo Buenaventura Báez; por San Juan de la Maguana, Antonio Justo Chanlatte, y por Neyba, el presbítero José Santiago Díaz de Peña.
Ese mismo año nombran como comandante del departamento de Azua al general Mariano Mendoza. Más tarde es designado como comandante de la plaza al general Justo Tremeré. Era el tiempo en que la revolución de Charles Hérard había triunfado en Haití, con el beneplácito de los independentistas Duartiano.