Cuando quien dice amarte es indolente al dolor que te provoca es momento de cambiar de enfoque. Si después de múltiples ofensas y reiterados actos de perdón, si quien abusa continúa igual: es bueno preguntarse ¿quién necesita cambiar?

Discutimos, reclamamos, aconsejamos y pedimos cambios en la otra persona. No podemos obligar a otro a cambiar, pero nosotros mismos podemos ir cambiando. Podemos ponernos límites a nosotros mismos y variar el enfoque errado.

En ese proceso, el acompañamiento en terapia familiar y de pareja es útil y se negocian posibilidades nuevas y diversas. 

En caso de reconciliación debe haber un cambio en el ofensor y un nuevo compromiso con el cónyuge ofendido. Hay situaciones que no logran reconciliación, pero la Terapia ayuda a separaciones civilizadas y disminuye el riesgo de depresiones y de actos que ponen en peligro la vida, en especial la de las mujeres que son  las más vulnerables.

Comprender que hay cosas que podemos controlar y otras que no: es importante al momento de poner límites a nuestra conducta cuando sufrimos abusos de narcicistas, que pueden ser hombres o mujeres, los cuales son indolentes al profundo dolor emocional que sufrimos.

Al enfocarnos en nosotros descubrimos que hay muchas heridas que curar;  espinas que sacar y una autoestima que reconstruir.

Aprendemos a ver que en el amor y la felicidad verdadera no hay espacio para el miedo, ni para la vergüenza o para la culpa.

Una relación plena debe ser armónica y con respeto a la dignidad de la otra persona y con un disfrute pleno de la compañía del ser amado, con buena intimidad y pasión: en un terreno cubierto con hermosas sábanas repletas de compromisos.

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