El miedo no es mezquino, cuando regala es muy espléndido. Cuando se adueña de ti, no te quiere abandonar. Hace fusión con su víctima y le acompaña a todos los lugares. La base de las fobias está relacionada con el miedo. Son temores irracionales que se apoderan de las personas, y las hacen esclavas.

Pueden ser fobias a un insecto, a ver sangre, o a un sonido que recuerda una experiencia traumática y cada vez que se escucha el sonido, la persona se inmoviliza y a veces no puede respirar y le puede dar taquicardia. 

El miedo es un gigante fantasma que tiene presencia en nuestro interior. Se adueña de nuestras emociones. En ocasiones nos ata y no nos permite actuar. Podemos presentar síntomas como sudoraciones, nos late rápido el corazón y a veces no podemos respirar.

La visita del gigante es a veces más sutil. Nos dice que no hablemos en público, que no les digamos a los demás lo que pensamos y que no intentemos realizar un proyecto por miedo al fracaso.

Se ha sentado muchas veces conmigo, lo he sentido y a veces me ha atado los pies y las manos. ¿A quién no le ha visitado? Si desde niños el miedo nos persigue y cambia de forma cuando somos adultos. 

Hay que no tenerle miedo al miedo, dejarlo venir, enfrentarlo y asumir riesgos y saber que tenemos derecho a sentir miedo y a fracasar. Saber que hasta cierto nivel el miedo nos protege y nos avisa el peligro. Exponerse progresivamente a eso que le tememos nos ayuda a superar los temores.

Seremos más felices cuando decidamos matar al gigante miedo que quiere vivir dentro de nosotros. Vamos a hacer uso de una de las cinco libertades que tienen los seres humanos, como dice Virginia Satir: la libertad de correr riesgos. Así nos veremos como seres imperfectos que podemos ser mejores, superarnos, arriesgarnos y crecer como seres humanos, libres de ese tirano que se llama miedo. 

Comparte la Noticia: