El volcán Kilauea, de 1.250 metros de altura, protagonizó en 2018 una fuerte erupción que destruyó más de 700 casas y edificios.

Un nuevo estudio demuestra que la erupción del volcán hawaiano Kilauea en mayo de 2018, que formó un profundo agujero debido al derrumbe de su cráter, fue provocada por una pequeña fuga de magma desde el depósito situado justo debajo de la cumbre. Los estudios realizados por tres equipos diferentes fueron recogidos esta semana en la revista Scientific American.

El volcán Kilauea, de 1.250 metros de altura y situado en la costa sureste de la isla de Hawái, sufrió un fuerte derrumbe en mayo de 2018, cuando la lava empezó a drenarse a gran velocidad a través de unas fisuras que se abrieron durante la erupción y a fluir a través de los barrios residenciales del área. Más de 700 casas y edificios quedaron destruidos antes de que la erupción finalizara en agosto del mismo año. Asimismo, la cumbre pasó a convertirse en una caldera volcánica, una depresión redonda en los volcanes que se forma tras el hundimiento de la superficie terrestre. 

Los estudios

Uno de los equipos, dirigido por el geofísico del Servicio Geológico de EE.UU. (USGS por sus siglas en inglés) Kyle Anderson, reveló que fue la erupción lo que causó el hundimiento del cráter y no al revés, duda que había sido disputada entre los científicos. Durante el estudio se descubrió que, al drenarse el magma del reservorio del volcán, el cráter empezó a vaciarse y esto provocó que las rocas cayeran a más de 500 metros de profundidad sobre un área de 5 kilómetros cuadrados. Debido al peso que cayó sobre los conductos subterráneos por los que fluye el magma, estos aumentaron y prolongaron la actividad eruptiva en la zona.

Según Anderson, las cantidades de magma no tienen que ser muy potentes para iniciar un proceso como el que experimentó el Kilauea.

“Antes del primer colapso, en realidad solo se eliminó una fracción muy pequeña del magma, casi con seguridad menos del 3,5% al 4%“, indica el científico.  

En otro de los estudios, Matthew Patrick, del Observatorio Hawaiano de Volcanes del USGS, y sus colegas explicaron que el flujo de lava experimentó oleadas de varias horas que ocurrieron a los pocos minutos del colapso de la caldera. Según Patrick, estas inundaciones de lava fueron el resultado de pulsos de presión provocados por el hundimiento, que a su vez causaban que el canal de lava se desbordara, creando nuevos flujos que salían a la superficie.

También se realizó un análisis geoquímico de la lava, dirigido la vulcanóloga Cheryl Gansecki de la Universidad de Hawái, que mostró que probablemente durante la erupción del Kilauea el magma más caliente se mezcló con el magma que quedaba de erupciones más antiguas.

El hallazgo ayudaría a entender las erupciones

Los científicos sostienen que estos nuevos detalles podrían ayudar a entender cómo se almacena el magma, cuánta cantidad es suficiente para provocar una erupción y los detalles de su migración posterior para tenerlos en cuenta en otros posibles colapsos volcánicos.

“Toda esta información es crucial para determinar el estilo potencial de la erupción, y también el tamaño de la erupción”, dice Michelle Parks, geofísica de la Oficina Meteorológica de Islandia, que no participó en la nueva investigación.

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