La baja densidad galáctica en nuestra región del espacio altera los datos de mediciones astronómicas, según una estimación.
Los intentos de medir a qué velocidad se expande el universo tropiezan contra ciertas contradicciones, revela un artículo del físico suizo Lucas Lombriser. Las estimaciones difieren mucho y, en su opinión, solo es posible conciliarlas si se acepta que vivimos dentro de una enorme burbuja que engloba varios cúmulos de galaxias próximos a la Vía Láctea.
El investigador habla de una región “infradensa” (de escasa densidad) que se extiende a una distancia máxima de 40 millones de pársecs (aproximadamente 125 millones de años luz) de nuestro planeta. Por medio de los rayos X se registran a esa altura los mismos valores de densidad galáctica que dentro de los próximos 10 millones de pársecs y oscilan en un rango de 0,56 a 0,71 respecto a la ‘constante de Hubble’.
De esta manera, la idea de Lombriser pone en tela de juicio la tasa de expansión calculada hace décadas por el astrónomo Edwin Hubble a base del corrimiento al rojo de decenas de galaxias. Sin embargo, el autor suizo sostuvo en una carta que no es necesario inventar una física nueva para explicar las discrepancias entre dos valores obtenidos, recoge la revista Vice este 10 de marzo.
La diferencia podría provenir de una sobreestimación de cuán denso es nuestro rincón del universo, cree este profesor en Física teórica de la Universidad de Ginebra. Lombriser recuerda que el mundo cercano “es altamente no homogéneo”, puesto que las “densidades de partículas en el suelo, en la atmósfera o en el espacio entre la Tierra y la Luna o el Sol son muy diferentes”.
Estas variaciones de densidad igualmente pueden ocurrir en escalas mucho más grandes, algo que concuerda con la teoría cosmológica estándar.
Un evento alentador único
Los astrónomos calcularon las distancias a supernovas para estimar cuán rápida es la expansión del universo, pero los números obtenidos pueden estar ligeramente distorsionados por la estimación equivocada de la cantidad de materia en nuestra vecindad. Por su parte, Lombriser espera que áreas novedosas de la ciencia como la astronomía de ondas gravitacionales (que mide las ondas en el tejido del espacio-tiempo), ayuden a resolver el problema.
El suizo se muestra entusiasmado en particular por eventos celestes como GW170817, una onda gravitacional detectada el 8 de agosto de 2017 que había sido generada por una colisión de estrellas de neutrones. Los científicos rastrearon la señal de onda hasta la galaxia NGC 4993, lo que les permitió también percibir la luz del choque.
“Ello nos permitió conocer no solo la distancia al suceso, sino que también su desplazamiento al rojo”, afirmó el físico, algo que permite, en su opinión, medir con mayor precisión la tasa de expansión del cosmos. Lombriser calificó esta señal interceptada de “sirena estándar”, que hasta el momento ha sido la única de su índole.
“La galaxia emisora NGC 4993 se encuentra en nuestra burbuja local, por lo tanto se debe esperar que la tasa de expansión coincida con la medición local y no con la global”, predijo Lombriser. En otras palabras, las ondas gravitacionales provenientes de fuentes situadas dentro del radio de 40 millones de pársecs generarán un índice correspondiente a nuestro entorno local relativamente vacío.