Nos esforzamos en poner límites a otras personas y descuidamos hacerlo con nuestra propia vida. 

Los límites definen con quién nos relacionamos y de qué manera lo hacemos. Al definir límites estamos creando reglas de relación. 

Le expresamos a los demás cómo queremos ser tratados y les señalamos que sus conductas que afectan nuestras vidas, al violar esos límites, tendrán consecuencias.

Cuando vivimos una vida sin adecuada definición de límites, favorecemos que los demás invadan nuestra vida. 

Sin límites adecuados somos víctimas fáciles de la manipulación y el control de nuestra vida, que debe ser interno, y puede ser regido externamente por otros.

Nuestros límites sanos y claros le permiten a los demás saber cómo queremos ser tratados. Qué permitiremos y qué no. 

Trazamos líneas invisibles que los demás no pasarán. Eso incluye nuestro cuerpo, nuestras relaciones de pareja, sociales, laborales y familiares.

Ponerse límites uno mismo nos da poder y dignidad. Manda un mensaje claro de que queremos respeto y dignidad en nuestras relaciones. 

Definimos cómo queremos ser tratados y vivimos en libertad y sin miedos. 

Con nuestras creencias también establecemos límites. 

En el caso de Dios es, de acuerdo a las escrituras, alguien respetuoso que trata con respeto nuestras decisiones, aún las de vivir una vida fuera de sus reglas, pero nos señala las consecuencias inevitables de nuestros actos. 

En la parábola del hijo pródigo, quien despilfarra parte de la fortuna familiar, le permite la partida y al regresar celebra con él y siente que las consecuencias naturales vividas como la pobreza, hambre y humillación: son suficientes y no requieren ni nuevos sermones, ni castigos físicos o económicos. 

Vivir con sanos límites mejora nuestras vidas y relaciones. Nos enfoca más a controlar aspectos de nuestras vidas y nos guía a no obsesionarnos en provocar cambios imposibles, en quienes se sienten cómodos y felices como viven. 

No quieren cambiar, ni que nadie les reclame o pretenda obligarles. Al poner límites en nosotros variaríamos esa forma de relacionarnos.

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