El presidente reconoció que los partidos tradicionales no escucharon los anhelos de la ciudadanía.
La elección más grande en la historia de Chile culminó con una derrota del Gobierno de Sebastián Piñera, el desplazamiento de los partidos tradicionales y el surgimiento de una nueva generación política, nacida al fragor del estallido social de 2019, que ahora tendrá un papel protagónico para redactar una nueva Constitución.
El sábado y el domingo, los chilenos votaron por los 155 miembros de la Convención Constituyente, 345 alcaldes, 2.252 concejales y 16 gobernadores regionales. En total, más de 22.000 candidatos se disputaron 2.678 cargos.
Una de las principales expectativas estaba puesta en la Convención, ya que este nuevo órgano cambiará la Constitución que todavía rige en el país y que es heredada de la dictadura que Augusto Pinochet encabezó durante 16 años (1974-1990).
Con el 100 % de las mesas escrutadas, Vamos por Chile, la coalición de derecha que representaba al oficialismo, obtuvo 38 escaños. La apuesta de Piñera y sus aliados era conseguir por lo menos 52, ya que ello le permitiría tener derecho de veto, pero quedó muy lejos de su meta.
Las alianzas de los partidos de izquierda, representadas en las listas Apruebo Dignidad y Lista del Apruebo, se quedaron con 27 y 25 puestos cada una, mientras que los candidatos independientes, entre los que destacan feministas, ambientalistas y defensores de derechos humanos que no tenían trayectoria partidaria ni experiencia en cargos de elección popular, se erigieron como los ganadores al obtener una mayoría de 48 espacios.
A ellos se suman los representantes de los pueblos indígenas chilenos (mapuche, aimara, rapa nui, quechua, atacameño, diaguita, colla, chango, yagán y káwesq), que ya tenían reservados 17 escaños.
De esta forma, la nueva Constitución chilena será redactada en su mayoría por sectores progresistas en un país que dejó atrás al conservadurismo que lo identificó durante varias décadas, aunque como ningún sector alcanzó mayoría absoluta, estarán obligados a buscar consensos en cada uno de los artículos.
Autocrítica
Además de los constituyentes, otro carácter inédito de la elección lo representaban los 16 gobernadores regionales que por primera vez serían elegidos a través del voto popular, ya que hasta hoy son intendentes nombrados por el presidente.
En este caso, los comicios del fin de semana solamente definieron las gubernaturas en las regiones de Valparaíso, Aysén y Magallanes, en donde triunfaron Rodrigo Mundaca (Independiente), Andrea Macías (Partido Socialista) y Jorge Flies (Independiente).
Así, en las 13 regiones restantes el cargo se dirimirá en una segunda vuelta que se realizará el 13 de junio y en las que la derecha espera rescatar por lo menos algunos distritos.
Con respecto a los alcaldes, las candidaturas independientes también lograron una representación histórica, ya que se quedaron con 106 de los 345 cargos que estaban en disputa.
Frente a este escenario, el propio Piñera reconoció que el mensaje enviado por la sociedad chilena era en pos de una renovación de la clase política.
“La ciudadanía nos ha enviado un claro y fuerte mensaje al gobierno y a todas las fuerza políticas tradicionales: no estamos sintonizando adecuadamente con las demandas y los anhelos de los ciudadanos y estamos siendo interpelados por nuevas expresiones y por nuevos liderazgos, es nuestro deber como gobierno escuchar con humildad y con atención el mensaje de la gente”, afirmó el domingo por la noche.
También advirtió que la Convención Constituyente es una oportunidad para que los chilenos se reencuentren y puedan “sanar el alma” de la nación.
“Los nuevos constituyentes deben generar un diálogo bien intencionado para buscar sólidos acuerdos”, convocó el mandatario al dar la señal de arranque a los trabajos de un órgano que asumirá el próximo mes y que tendrá entre nueve meses y un año de plazo para presentar una nueva carta magna que será plebiscitada.
La Convención
Chile tendrá la primera Constitución del mundo redactada de manera paritaria, ya que fue una de las premisas en el diseño de su integración.
De manera paradójica, ello obligará a que varias candidatas que ganaron el fin de semana no puedan asumir, ya que la Convención quedaría compuesta por 81 mujeres y 74 varones y tendrá que haber un ajuste de paridad.
Una vez que se oficialicen sus triunfos, las y los ganadores contarán con un lapso de 30 días para ser proclamados como convencionales. Luego, Piñera convocará a la sesión inaugural de los trabajos de la Convención, lo que podría ocurrir en la segunda quincena de junio.
A partir de ese momento, los 155 convencionales trabajarán durante un año en el Palacio Pereira, ubicado en Santiago, para redactar la nueva Constitución.
Cada uno de ellos recibirá un salario mensual promedio de 2,5 millones de pesos chilenos (unos 3.500 dólares). Su trabajo debe terminar a más tardar en junio del próximo año. Una vez que concluyan su propuesta, la nueva Constitución será sometida a un nuevo plebiscito para que la ciudadanía la avale o la rechace.
De esa etapa ya se encargará el sucesor de Piñera, que será elegido en las elecciones presidenciales del 21 de noviembre o en la segunda vuelta, prevista para el 19 de diciembre, y que asumirá en marzo de 2022.