Fue un joven rebelde. Entusiasta y obsesivo. Dicen que estudiaba el ajedrez casi todo el día. Hijo de la guerra fría. Época de paranoia y de confusión de la realidad con la fantasía. Se propuso quitar la supremacía rusa del ajedrez. 

Se ha dicho que estudió tanto que aprendió ruso, para conocer los secretos de los grandes maestros del ajedrez de Rusia. Su nombre es Robert Fisher: un apasionado americano que se propuso lograr ser campeón del mundo y lo logró. 

La inspiración es muy enigmática. Surge de los problemas, carencias y conflictos. El ambiente familiar de Fisher era muy difícil. La inspiración se cuela entre la cotidianidad y logra resultados increíbles. 

¿Cómo logró Luis Pasteur fabricar la vacuna contra la rabia, en una época en la que no se conocía aún de la existencia de los virus?

En su época solo se conocían las bacterias y los hongos. El microscopio electrónico apareció muchos años después de que este genio por deducción, sospechara de un microorganismo en la rabia, que no se podía ver en el microscopio corriente que existía en su época.

¿Qué sería de la humanidad sin el pensamiento supra nivel de los grandes músicos: Bethoven, Bach entre otros? 

¿Qué pasaría si todos nos dejaremos atrapar de la tristeza o de la cotidianidad?. 

 ¿Qué seriamos sin Tesla, sin Einstein, sin la producción a escala y sin nuestra mirada al espacio, en busca de desafíos y nuevas tecnologías?.

Necesitamos gente inspirada para combatir con métodos creativos el hambre. Hay que luchar contra enfermedades que nos ganan la batalla, como el cáncer y la depresión. 

Necesitamos gente inspirada que eduquen y cuiden el ambiente y gente que nos ayude a conseguir la paz, la convivencia y el progreso social.

Necesitamos gente que crea en la justicia y la equidad y que vean a Dios en la justicia. Que puedan creer en los milagros y realizar proezas de fe y amor.

 Sin el amor sucumbimos como sociedad. El amor como diría Erich Fromm, en “El arte de amar”, permite la solución de muchos males sociales.

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