La paz mental hay que valorarla, pero se debe reconocer cuando no la tenemos. En terapia es frecuente ver como una mujer engañada ha perdido la paz; por culpa de su marido. No puede dormir, está llena de preocupación. Piensa en sus hijos, cree que su matrimonio se le va a destruir.
Hombres que son engañados por sus mujeres muestran el dolor en sus caras. Lloran, se lamentan, se sienten llenos de vergüenza. La paz los ha abandonado. Pero no son los hechos los que atormentan a los hombres y a las mujeres. Epicteto dijo hace miles de años, que son las interpretaciones que hacemos las que nos hacen sufrir. Y es ahí donde perdemos la paz mental.
Los celosos se torturan y machacan la paz mental de su pareja, parten de la idea de una posible relación que pudiera estar ocurriendo o que es producto de su imaginación.
En el infierno que vive quien Cela, hay horas del día y de la noche que malgastan imaginando una relación. La recrean en su mente, la reviven y sienten rabia, decepción y vergüenza. Es un infierno creado. Revisan ropas y celulares. Como Sherlock Holmes se especializan en buscar indicios y pruebas. Cabellos, pintura de labios, comportamientos nuevos en la intimidad y un sin número de rastros. Como sabuesos rastrean la infidelidad y comen dolor, vergüenza, penas y depresión. No merece este infierno quien ha conocido la paz mental y la tranquilidad.
He visto a hombres y a mujeres con taquicardia, palpitaciones, tics nerviosos; los músculos le laten y se contraen involuntariamente. Otros tienen dolores de cabeza, se les oprime el pecho, se les caen los cabellos, no pueden dormir. Algunos pueden presentar disfunciones sexuales con el estrés y la ansiedad, problemas de erección, deseo sexual disminuido y anorgasmia.
Con el estrés las personas se pueden irritar fácilmente con los demás, olvidan cosas, y sus relaciones se ponen tensas. Mantienen en menor o mayor grados algunos síntomas y son víctimas del estrés. Personas simples, empresarios, líderes religiosos, profesionales y obreros: pueden ser víctimas del estrés. Una cosa casi siempre pasa y es que el estrés se roba nuestra paz mental.