Beethoven, un genio de las adversidades, hijo de un padre abusivo y alcohólico. Su progenitor fue un músico no destacado que lo obligaba a practicar el piano en su tierna infancia. Lo castigaba severamente si cometía errores y en ocasiones lo encerraba en un sótano. 

Nació en Alemania y la música empezó a ser su refugio y pasión y mostró talento como su abuelo, quien  fue un virtuoso; pero no el genio poseído de su nieto  que llegaría a la capital de la cultura europea Viena, para sobreponerse a la pobreza, a su condición de extranjero y a sus traumas de crianza y a su mal humor y difícil carácter. 

Con todo en contra fue uno de los grandes intérpretes del piano y uno de los mejores compositores de la historia.

Lo mejor del alma de Beethoven era su música, la cual surgía con un ego apabullante sobre la pobreza de un origen no noble. Las decepciones amorosas y su rabia interna se manifiestan en su música. Otras veces como en claro de Luna se ve quietud y paz.

Siempre me pregunto que es lo que mantiene la llama encendida en los seres humanos, la llama que nos impulsa para vivir. A algunos se les apaga muy fácil. Las adversidades les doblegan. A otros una simple burla o Bullyn los hace abandonar una meta. 

Otros tercos con la vida y las metas: gruñen y pelean contra la sordera aparecida en la joven  adultez, no se doblegan, no se rinden y continúan como el genio musical haciendo música sin oír con los oídos, escuchando con la mente y el corazón, siendo la música el gran aliciente de este ser humano excepcional que no logró una vida íntima ni familiar que pudiéramos considerar feliz. 

Cada dolor, cada decepción o ansiedad se inmortalizaba en las páginas de sus partituras eternas. Rompiendo reglas y logrando maestría musical con originalidad y confianza en sí mismo. La pasión le acompañó siempre. Esa pasión que necesitamos para acometer pequeñas o grandes metas. Ni el alcoholismo que en lealtad adquirió de su padre abusivo, ni su codependencia con su sobrino injusto, ni sus descuidos en su aspecto físico; ni  tristezas, ni rabia: nada le impidió vivir con pasión, nada le impidió crear obras imperecederas, estar cerca de Dios y la naturaleza que fueron su musa e inspiración. Un Dios cuestionado a veces en el silencio de su sordera o venerado por la influencia de la naturaleza en sus obras.

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