Muchas mujeres pobres, cuando se superan, llevan la mayor carga en la casa de los padres; por eso, les conviene independizarse.

Santo Domingo, RD.-María José es una joven de 28 años que viene de un barrio pobre de la capital, de una familia honesta y trabajadora, pero con las limitaciones propias de la pobreza. Ella es la segunda de tres hermanos: el primero y el tercero varones.

Con el paso del tiempo, sus dos hermanos dejaron los estudios y decidieron trabajar “en lo que apareciera”, mientras ella siguió estudiando, entró a la universidad, se hizo profesional y consiguió su primer empleo formal.

Ella se ha superado y, con un salario relativamente competitivo, se dedicó a ahorrar para su futuro, aunque, con tal de dar prioridad a su superación profesional, no prestó mucha atención a las relaciones amorosas y, obviamente, no se casó ni salió embarazada antes de tiempo.

Sus dos hermanos, en cambio, tuvieron vidas distintas. Uno de ellos se descarriló un poco, estuvo preso varios años y ahora vive del día a día. El otro, no pasa de ser obrero, tiene tres hijos de distintas mujeres y sus problemas financieros son constantes.

Su madre es ama de casa y su padre es un hombre de trabajo, pero ya en edad de retiro. Sus ingresos apenas alcanzan para mantener el hogar con las limitaciones propias de una familia pobre.

El punto es que María José ha tenido que enfrentar constantemente las necesidades de sus hermanos indisciplinados, y cada vez que se presenta un “problema”, ella es quien debe sacrificar sus ahorros y hasta cubrir deudas pendientes de ellos, con lo cual ha visto afectadas sus finanzas y hasta fue incluida en un buró de crédito por falta de pago, debido a que cometió el error de servir de garante a uno de ellos.

En la casa familiar, todas las cargas del pago de servicios, agua, luz, telecable, renta y otros, siempre se le pegaban, además de que recibía constantemente los reproches de sus padres que le dicen que ella puede ayudar a sus hermanos, porque “no tiene hijos y a nadie a quien mantener”, por lo que el dinero que gana puede ser aportado en la casa.

Salir de casa

El problema de María José fue que tardó en tomar una decisión que es prácticamente imprescindible para las mujeres en su condición: la independencia y separación del hogar familiar. Le dio trabajo tomar la decisión, pero finalmente lo hizo, buscó un pequeño apartamento de soltero, lo rentó y decidió mudarse algo distante de la casa materna. Sus padres le reclamaron y se quejaron en principio, pero con el tiempo se dio cuenta de que tomó la mejor decisión.

Actualmente, María José tiene más privacidad, pues nadie de su familia está pendiente de si sale o no con algún amigo o enamorado, tiene una mayor sanidad en sus finanzas personales y “de repente”, como si fuera un “acto de magia”, los tantos problemas económicos que tenía que resolver cuando estaba en la casa familiar, parece que desaparecieron, pues ya no tiene las presiones de sus hermanos “vividores”.

Sus padres están ahora encantados con ella, pues cada una o dos semanas los visita, almuerzan juntos y al despedirse se asegura de dejarles por separado 1,000 o 2,000 pesos a cada uno, con lo cual ellos quedan más que felices y orgullosos de tener una hija productiva “que aporta a la casa”.

Ella se ha dado cuenta de que cuando vivía en el “nido familiar” gastaba muchísimo más que los 2,000 pesos que deja a sus padres cuando los visita y, sin embargo, ahora le agradecen mucho más que cuando estaba en la casa. Recientemente reflexionaba sobre esa paradoja: “ese aporte es mucho menor y resulta en más agradecimiento de mis padres, mientras cuando vivía en la casa hacía aportes mucho más elevados y no tenía la privacidad actual, y no me lo agradecían”.

El caso de María José es constante en la sociedad actual, especialmente en sectores de escasos recursos donde la “hembra” tiende a sacrificarse más y a superarse en términos académicos y profesionales, pero luego lleva la mayor carga económica en el hogar hasta que decide independizarse.

Recomendaciones

Independizarse en condición de soltero o soltera tiene implicaciones económicas adicionales, pues hay que rentar una vivienda o ahorrar para comprar una financiada, además de los demás compromisos económicos que implica como mobiliario y consumo de bienes y servicios. Sin embargo, las condiciones, a la larga, resultan favorables, más si se toma en cuenta que, siendo disciplinado y cuidadosa, la persona puede obtener los siguientes beneficios:

  • Ahorro: Al tener un empleo formal y aun no haber formado familia, lo recomendable es ahorrar lo más que se pueda para llevar una mayor tranquilidad financiera.
  • Crédito real o irreal: Para liberarse de las solicitudes de familiares y amigos que tal vez no les paguen, siempre informe que usted está pagando un préstamo.
  • Independiente: Los jóvenes solteros, especialmente las mujeres, al ser auto suficientes en lo económico, deben hacer vida aparte y visitar a “los viejos” frecuentemente.
  • Privacidad: Al vivir sola, ya sea como madre soltera o sin hijos, tendrá más privacidad y nadie en la casa estará frecuentemente interfiriendo en su vida personal.

Una situación más frecuente de lo que parece

Aunque no se nota a simple vista, el caso de María José es más frecuente de lo que se cree. Basta observar que las universidades están siendo más ocupadas por mujeres que por hombres. De hecho, en muchas carreras, las mujeres representan alrededor del 80% de la matrícula, con un índice alto de permanencia, mientras los hombres tienden a desertar más.

Eso indica que cada vez es mayor la cantidad de mujeres profesionales que entran al mercado laboral con empleos formales y mejor remunerados, pues, si bien los hombres son mayoría en los puestos de trabajo, en realidad se trata de posiciones de menor calificación profesional.

Los puestos administrativos de disciplinas profesionales están siendo ocupados por mujeres, que a la vez van recibiendo mejores salarios, pero enfrentan costos en el hogar, cuando se convierten en el principal sustento económico de la familia.

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Por El Dinero