En la sociedad actual son pocos los que desconocen que la política es el lugar predilecto de muchos para la mentira, donde se convierte en el escenario ideal para inventar, practicar y engañar a los ciudadanos. El político miente como podemos mentir todos. Lo que sucede es que la mentira política tiene efectos más devastadores porque se miente a toda una sociedad.

Por tal razón, no es sorpresa para los electores determinar que sus gobernantes se especializan en prometer y no cumplir, usando un  escudo de la mentira en épocas de campaña electoral, ofreciendo acciones inalcanzables con la finalidad de adquirir adeptos; acompañan sus mentiras de salmos, citas bíblicas e invocaciones, pero olvidan que el Dios de la verdad jamás estará de acuerdo con sus planteamientos. 

Hannah Arendt en su texto Crisis de la República, argumentó que la “sinceridad nunca ha sido una virtud para la política”, porque las mentiras son consideradas por algunas propuestas políticas como medios justificables cuando se usan como estrategia para mantener el orden, el control y el poder. Es por eso que sacan tiempo para inventar las mentiras en seguridad, educación, economía, empleo, salud, y en las encuestas políticas electorales.

República Dominicana no está exenta de esta cruda realidad, ya que tenemos artesanos y aprendices de las mentiras, no es nuevo esto de la mentira como arma política, donde se promete y una vez adquirida la responsabilidad de gobernar, esas promesas no serán cumplidas, es por eso que un político sabe que es lo que su electores desea escuchar, lleva una ventaja.

Los ciudadanos debemos analizar a quienes vamos a elegir y pagar un sueldo durante cuatro años, debemos averiguar su historial, sus obras sociales y cuáles aportes han realizado a la sociedad, somos nosotros que decidimos a quien o que propuesta depositar nuestra confianza para el bienestar colectivo y el particular, debemos concientizar al pueblo dominicano en el arte de la verdad política; por eso abocamos la frase de Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”

Por: Víctor De Oleo, abogado y periodista

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