La reacción de los negros esclavizados no se hizo esperar. En 1546 inician las grandes rebeliones de los negros en los ingenios. En este año se alza el negro Diego de Ocampo, en La Vega, y hace correrías por San Juan y Azua, en donde recluta a muchos negros. Se interna más tarde en la Sierra de Bahoruco, como buscando rememorar, o reeditar la sublevación del Cacique Enriquillo.
El gobernador Alonso López de Cerrato, que había sido designado en el cargo dos años antes, envía de inmediato por los sublevados, y queda sólo una veintena de alzados, comandados por el negro Juan Sebastián Lemba, en lucha fiera por su libertad. Lemba, quien se convirtió en ´´un verdadero azote para los españoles de San Juan de la Maguana, Azua y regiones vecinas, y quien fue atacado en el Bahoruco por los capitanes Pedro Martín de Agramonte y otro de apellido Villarpando y sus tropas´´ (Franco Pichardo. Historia del Pueblo Dominicano. Pag. 86), se considera el primer líder negro de América.
A los seis meses de duros y sangrientos enfrentamientos, Lemba, es hecho preso y decapitado en Azua, (en una comunidad que hoy lleva el oprobioso nombre de Villarpando, en honor al que dio la orden ejecutar al Líder Negro).
La persecución y muerte del líder negro estuvo a cargo del capitán español Francisco de Villarpando, y a Lemba lo mató un negro, esclavo del cabildo de Compostela de Azua, al cual, en pago, se le dio la libertad. La cabeza del jefe rebelde fue puesta en la entrada de la ciudad, para ejemplo de los demás negros que pudieran imitar su acción.