Cónyuges que se alejan y toman distancia de su pareja, o que frente a un conflicto evaden enfrentar y se alejan, o no hablan del tema o asumen posturas de recogimiento: aprenden regularmente esas pautas en sus relaciones familiares en la infancia.

Podemos aprender a manejar nuestras emociones de manera errada cuando hay conflictos y nos aislamos o callamos y evadimos la solución franca y directa de los conflictos.
Aprendemos modos de comunicación no directos por pautas familiares inmaduras de manejar las emociones. Eso lo llevamos a nuestras relaciones de pareja en la adultez y no podemos expresar directamente nuestros sentimientos y muchas veces el cónyuge desconoce qué nos ha hecho o por qué ha cambiado nuestro ánimo.

Pueden aparecer distancias, alejamientos y evitación sexual como modos inmaduros de evadir los conflictos. Enfrentar civilizadamente y con comunicación directa puede generar ansiedad en quien no ha aprendido a manejar bien sus emociones en la familia.

En algunos sistemas familiares no se permite estar en desacuerdo con la autoridad o expresar ideas contrarias. En otras familias se culpabiliza mucho y en otras por miedo: la gente calla y no expresa lo que siente.

El cuadro dramático se completa si hemos elegido a un cónyuge con historia familiar que posea comunicación disfuncional, con irrespeto, discusiones y con poca tolerancia para oír y comprender los sentimientos de la pareja.

En parejas con problemáticas comunicacionales profundas hay que buscar respuestas y soluciones en la historia familiar, en la familia de origen. Viajar a la familia de origen es conveniente, asistido por la terapia familiar.

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