La unión romántica es una ilusión que procura felicidad. Al formalizar un matrimonio o una relación consensual, hay una creencia implícita de que hemos encontrado a la persona adecuada.
Tenemos expectativas y esperamos consciente o inconscientemente ver que se cumpla un proyecto que puede incluir: felicidad, satisfacción sexual, prosperidad económica y un espacio seguro para cónyuges y para los hijos.
La pareja va cambiando tras el avance del ciclo de la familia. Algunos proyectos de pareja sucumben en plena Luna de miel y otros lo hacen con los hijos pequeños.
Ya en la escuela y Universidad pueden otras parejas separarse, tras duros enfrentamientos con la desdicha conyugal; pueden haber superado muchos problemas, pero nuevas tormentas derrumban el proyecto de pareja.
En el trato con las familias de cada cónyuge se pueden generar conflictos. Los celos y la infidelidad pueden aparecer en cualquiera de las etapas del ciclo de la familia.
Problemas económicos, de salud y la desilusión motivada por el estrés o el no cumplimiento de metas personales: puede hacer ver el matrimonio como un obstáculo al éxito individual y puede provocar que algunos rompan el vínculo.
Ya con los hijos fuera de casa, cada cónyuge tiene más tiempo. Ya los hijos no están frente a ellos día a día. Si la relación de pareja y la pasión se descuidaron en el camino, los padres a veces no ven una excusa para seguir adelante como pareja.
En ocasiones huyen del drama conyugal que mantuvieron por años frente a los hijos. Cuando creen haber cumplido como padres y sus hijos están en proceso de partida con estudios universitarios, casamiento o trabajo terminan cristalizado la separación.
Otras veces la llamada crisis de la edad mediana, afecta a la pareja. En la cultura nuestra esta crisis es más común en hombres; pero se observan cambios en mujeres también. En la crisis de la edad mediana se empiezan a vivir nuevas experiencias o se devuelven a etapas anteriores, en especial en las relaciones amorosas y la vivencia de la sexualidad.
En cada ciclo vivido con sus crisis los hijos son afectados emocionalmente. Si la separación fue temprana esto provoca en ellos un marco de referencia para sus futuras relaciones.
En diferentes circunstancias de la desdicha conyugal que creamos, es bueno recordar que tenemos frente a nosotros a unos fieles espectadores: nuestros hijos.