Construimos un mundo de expectativas. A veces nos provocan, pero otras veces voluntariamente creamos ese universo de ilusiones. 

Esperamos cosas, actitudes y comportamientos de la otra persona. Cuando lo que queremos no se da como esperamos, sentimos dolor, nos sentimos burlados y engañados. 

Sin embargo, las expectativas son nuestras. Sin importar que falsas promesas la hayan creado, pero la decisión de creer y esperar fue nuestra. 

La decepción es una estocada mortal a nuestras expectativas. Si empezamos a entender eso podremos revisar nuestras expectativas, o sea, lo que esperamos de los demás o de la vida.

Podemos hacernos expectativas más realistas y colocar nuestras metas en la vida sobre bases más sólidas y nuestro propio esfuerzo.

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