Los celos que se generan en una relación de pareja son muy variados; pero el elemento común es que consumen a quien los sufre, afectan la salud mental por el tormento que causan las imaginaciones, la necesidad de controlar al cónyuge y las persecuciones y revisiones que hacen quienes padecen ataques de celos. 

Pueden los celos tener matices desde ligeros a moderados, hasta graves. Pueden ser justificados o no. Pueden caer dentro de lo que entenderíamos como normal en una relación de pareja, hasta los llamados celos patológicos.

En los celos patológicos la misma persona que cela puede a veces ver sus reacciones exageradas, aunque lo común es que no lo reconozca. Otros como la pareja o amigos y amigas pueden ver desde fuera que los celos son anormales y patológicos.

El punto crucial no es determinar o no, si son justificables. Los celos son un infierno para quien los padece y las llamas queman también al cónyuge. Los celos pueden provocar tragedias porque son una realidad para el celoso aunque haya infidelidad o no.

En algunas ocasiones, las imaginaciones de quien cela pueden llegar a rasgos paranoicos y uno puede dudar de la cordura de quien los padece. En otras, se tornan irracionales y afectan la salud física y mental del afectado. Provocan insomnio, ansiedad, depresión, y problemas alimentarios como anorexia.

Donde hay celos, son frecuentes las discusiones y los conflictos de pareja. Requieren asistencia profesional cuando se presentan síntomas físicos y emocionales y cuando interfieren con la relación y afectan a la persona en lo social y en lo laboral.

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