Cuando publico informaciones acerca de criar o disciplinar sin golpes, ni sermones, se generan comentarios a favor y en contra de esta forma de crianza. 

Me sorprende ver como algunas personas defienden la agresión física como un método disciplinario y le crean defensa y respeto. 

Muchos de nosotros fuimos criados con métodos punitivos. Conocimos los correazos y golpes con chancletas. 

Algunos padres disciplinan con bofetadas y lo hacen generalmente en arranques de ira. Otros utilizan cualquier objeto que tengan cerca y hasta usan el fuego o agua caliente, si un niño o adolescente sustrae una pertenencia ajena. 

Estas prácticas aún persisten en nuestra cultura. Para quienes desean cambiar esos métodos, les invito a conocer la Disciplina Positiva. La enseñamos en terapia a los padres y se puede aprender en talleres, libros, vídeos, etc.

Como educador y Terapeuta Familiar, insisto en que si podemos disciplinar a niños y adolescentes sin golpes. 

Se puede aprender una nueva forma de criar y reaprender dejando los viejos métodos. Para lograrlo debemos procurar aprender las técnicas de Disciplina Positiva. 

Vivimos en una sociedad violenta y debemos eliminar toda forma de violencia en el hogar contra los niños, las mujeres y los ancianos. 

No solamente se ejerce violencia en contra los niños como muchos creen. 

Se utiliza también para imponer la voluntad de alguien sobre otra persona. Es lo mismo que hace el hombre maltratador que golpea y aterroriza a su mujer o la nueva modalidad de hijos que golpean a sus padres ancianos. 

Cuando disciplinamos a niños y adolescentes, podemos utilizar consecuencias naturales lógicas, razonar con nuestros hijos y enseñarles control emocional. 

Es necesario enseñarles que la violencia no es un método adecuado para criar o resolver conflictos.

Al disciplinar positivamente, los padres deben crear las condiciones para que los hijos sean responsables en sus tareas escolares, domésticas y en sus actividades sociales. Se les trata con respeto para que ellos hagan lo mismo con nosotros. 

Se evita la lucha de poder en especial con los adolescentes y evitamos avergonzarlos en público y en privado. El otro aspecto es que sean recursivos y talentosos. Debemos procurar que desarrollen talentos y que sean útiles a la vez que fomentamos su autoestima y aceptación que debe iniciar en el hogar. 

Debemos como padres creer en nuestros hijos y que nuestras palabras sean para bendecir y no para maldecir,  que no salgan con ira y enojo, sino con amor y empatía.

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