Me gusta la alegoría de las maletas que llevamos al matrimonio, al salir de la familia de origen, nos llevamos pautas positivas y negativas de nuestros padres y de otros familiares.

Podemos entrar en las maletas: modos hirientes y crueles de comunicarnos o pautas de discusiones frecuentes. 

También hábitos de utilizar tonos altos de voz, así como, poco respeto y consideración hacia el otro.

La maleta puede cargar amor al trabajo y a los estudios, pero también nos podemos llevar a la familia que construimos, maltratos a los hijos. 

Infidelidades, alcoholismo, adicción a los juegos, drogas y violencia. Antes de partir de la familia de origen, podemos sacar lo negativo de nuestra maleta y llenarla de aspectos positivos, llevar pautas de buen trato, cortesía y comunicación adecuada.

Podemos decidir llenar la maleta con las correas con las que maltrataremos a nuestros hijos o implementar una crianza positiva con “firmeza y amor”.

Nunca es tarde para sacar de nuestras maletas lo que causa desdicha familiar y de la pareja y es posible traer a nuestra familia nuclear, lo mejor de esas dos familias de donde proviene la pareja.

Lo recomendable sería llevarnos a la relación de pareja: buenos hábitos de ahorro, higiene y pautas de relación llenas de afectividad, pasión e intimidad.

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