Con una trayectoria marcada por la informalidad y el traslado, el artesano espera mejorar sus ventas.

Santo Domingo, RD.-En un país en el que el calor del sol es una constante durante todo el año, son las decoraciones las que marcan el inicio de la temporada navideña. Edificios, calles y aceras rebosan con el colorido de las luces y adornos propios de la época que embellecen a toda la ciudad.

En la avenida Winston Churchill, Reinaldo de Jesús tiene más de 35 años contribuyendo a esta tarea a través de la venta de charamicos. “Fui el primero que llegó a la avenida. Hay muchos que lo dicen. Yo no, porque no hay un premio por eso”, dice, dejando entrever en su rostro una sonrisa humilde.

El artesano, de 68 años, inició en su profesión al lado de su padre, que asegura fue el primero en vender estos decorativos en la avenida Independencia. Luego le tocaría a él emprender su negocio, asentándose en los terrenos donde ahora se encuentra Multicentro Sirena. El crecimiento urbanístico lo fue desplazando poco a poco, hasta ubicarlo casi en la esquina de la calle Francisco Carias Lavander, al lado del destacamento de la Policía Nacional.

Allí, en los terrenos de lo que se conoce como La Laguna, multiplicó sus piezas de madera junto a tres de sus hijos y otros 12 empleados, convirtiendo aquel asentamiento improvisado en una vistosa parada obligatoria para decenas de clientes que quisieran detener la marcha de su vehículo para comprar ángeles, renos, guirnaldos y árboles de ramos.

Reinaldo de Jesús, el artesano detrás del negocio que comenzó hace más de 35 años en la Churchill con Francisco Carias Lavander. | Lésther Álvarez

Desde el otro lado de la calle, de Jesús observa junto a su hijo mayor, que comparte su mismo nombre, los terrenos que le dieron cabida a su afamado taller improvisado durante décadas, ahora detrás de zinc y vallas publicitarias, desde que el personal de la Alcaldía del Distrito Nacional les informó que tendrían que desalojar las tierras, propiedad del Estado.

“A nosotros nos informaron de que, de aquel lado, supuestamente –y digo así porque todavía no lo están trabajando– que van a montar un parque. Y los del Ayuntamiento llegaron y nos dieron poco tiempo para desalojarnos”, comenta Reinaldo de Jesús Alcántara, el hijo, con la vista fija hacia lo que fuera su antiguo local.

Asegura que, aunque su padre fue previamente informado por las autoridades, contó con menos de 15 días para movilizar la mercancía. “Es más: lo que estaba allí no se sacaba ni en tres meses. Tuvimos que buscar y agilizar camiones prestados y dinero a crédito para poder retirarla”, lamenta.

La familia, que durante la temporada navideña sabía reunir hasta RD$700,000 con sus artículos, estima que tiene pérdidas este año que ascienden los RD$450,000 por el desalojo, dinero que tratan de recuperar con la venta de los charamicos que pudieron salvar y que trasladaron al otro lado de la calle, a la espera de que sus compradores volteen la cabeza en la otra dirección y puedan divisarles.

“Para todo el mundo, ese era el punto específico. Ahí venían clientes viejos, nuevos y hasta desconocidos que por curiosidad se paraban a preguntar los precios para comprar algo. Pero ya no es lo mismo de este lado”, afirma de Jesús Alcántara que, aunque comprende la decisión del Ayuntamiento, sigue sin comprender por qué hicieron caso omiso a la petición suya y de su progenitor de suspender el desalojo hasta pasada la temporada.

“El permiso de uso de espacios públicos termina todos los años el 7 de enero. Ellos debieron de haberme dado la oportunidad de ya terminar de vender el año allí porque eso (el desalojo) fue en septiembre, y ya el 15 de octubre es que nos dan el permiso de nosotros vender”.

Pérdidas

Reinaldo de Jesús Padre afirmó que, como medida compensatoria, la Alcaldía entregó a la familia un cheque de unos RD$50,000. Sin embargo, el monto apenas alcanzó para pagar el transporte de todos los charamicos hasta el municipio de Pedro Brand, donde se encuentra la residencia de la familia.

Las artesanías, colocadas en la espera contigua, esperan por los transeúntes y vehículos interesados en adquirirlas. | Lésther Álvarez

Hasta entonces, retomar el negocio ha resultado difícil porque su salud ha empeorado luego de que, semanas después de que tumbaran la enramada a su negocio, el señor sufriera un preinfarto. “Mucha gente me dice, yo no puedo decir que sea por eso, pero que eso (el preinfarto) comenzó por ahí (por el incidente)”.

Aunque ahora se encuentra mejor, controla los desequilibrios cardiovasculares con tres pastillas, de las cuales solo una de ellas cuesta RD$2,800. A esta nueva inversión, se le suma otra: la del permiso de espacios públicos que otorga el cabildo por la cantidad de metros utilizados en la acera de enfrente, teniendo que pagar RD$20,000 para la disposición de 20 metros.

“Para el próximo año, tendré que buscar otro espacio. La formalización de lo que era ya la pequeña compañía mía y de mis hijos ya no compensa este solo negocio”, explica el artesano quien, en realidad, aún no ha considerado dar este importante paso para su negocio.

“Quizás más adelante” dice por su parte el hijo, quien espera pronto colocar su propio taller, concentrado en el trabajo de madera pulida para hacer mesas para restaurantes.

Fabricación de charamicos

Renos, canastos, guirnaldas, estrellas, bolas, conos, ángeles y burritos son algunas de las variedades en las decoraciones que realizan la familia. Dependiendo del tamaño, cuentan con precios que oscilan entre los 500 en adelante.

La fabricación de los árboles navideños se hace de ramo a ramo, hasta completar piezas que superan los 12 pies de alto, en un proceso que, dependiendo la altura, puede tomarle a un artesano de una a cuatro horas. Luego de tener la pieza lista, esta se pinta sobre una lona, vaciando en ellas latas de pintura y escarcha, hasta cubrir toda la superficie.

Los bojucos, ramos y madera son compradas desde Pedro Brand y Villa Altagracia. La familia paga RD$8,000 por el transporte de un camión lleno de ramos para charamicos.

Desde un aserradero, un personal se encarga de cortar cada pieza de madera al sol. Terminado este proceso, la madera es pulida para que así, los artesanos solo tengan que dar las terminaciones con lijado y barnizado.

En el caso de las mesas, artículos muy demandados tanto por decoradores como por restaurantes, las piezas de madera se empotran y atornillan sobre una base de hierro fijo. Los precios pueden variar por el tamaño, pero una de las mesas más pequeñas tiene un costo de RD$16,000.

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Por El Dinero